Es el resultado del trabajo intenso de tres mujeres y una red de colaboraciones que empezó con la convocatoria de Ángela Maldonado a dos bailarinas: Katherine Lozano y Gardenia Muñoz. Ángela ex alumna de la Universidad de Cuenca, practicante de artes marciales, y sustancialmente una performer y bailarina, también de Contac dance; ella comenta, al hablar de este trabajo, que unos de sus referentes es Coco Maldonado.

Khaterine Lozano, estudió en la Escuela de Teatro de la U. Central, aunque siempre sintió mucha atracción por la danza, por eso, a la par se dedicaba a aprehenderla con maestros diversos. Gardenia Muñoz, bailarina urbana, principalmente, con una formación independiente, pertenece a un crew de break dance en el norte de Quito, y en algún momento tuvo un acercamiento a la Compañía Nacional de danza (CNDE), por ende, su encuentro con la danza contemporánea.

Lo suigéneris de este proyecto está en que las tres bailarinas empiezan a trabajar juntas de manera sistemática durante varios meses, y sucede que, desde sus particulares lenguajes y su labor a nivel grupal, en la que por supuesto se incluyen ámbitos teóricos, vivencias personales, van desarrollando todo un discurso corporal y van cayendo en la cuenta que toda esta escritura las adentra en el tema del encierro, que luego se instala ya como el centro de su indagación, una vez que ganan unos fondos del IFCI; momento en el que el grupo va creciendo con la colaboración de Milena Rodríguez en la dirección, y siete mujeres más que se irán involucrando y aportando: en el diseño sonoro -Grecia Albán- Daniela Daniela Delgado en iluminación -Greymar Hernández-, escenografía -Carla Sofía Puente-, vestuario -Gabriela Zumba-, comunicación -Gabriela Vinueza-, diseño gráfico – Verónica Santillán-, y promoción – Isis Liara Barco-, toda una troupe de talento femenino.

*Consecuencias imprevistas.* Gardenia Muñoz Granizo, Katherine Lozano, Ángela Maldonado

Consecuencias…una serie de escenas nacidas, como señalaba, desde sus cuerpos, de la investigación y entrevistas a mujeres relacionadas con las cárceles, son entregadas a Milena, quien admite que fue un gran reto porque “era como tejer un material que ya existía, fue un apropiarme y dotarle de dramaturgia, trabajamos alrededor de cinco meses, y bueno, siempre hay una fecha y tocaba estrenar. Siento que todavía se puede pulir.”

Lo cierto es que este trío se entrega a “lo imprevisto” y alcanza algo que tal vez no esperaban porque es su primer trabajo conjunto, en el que consiguen amalgamarse de manera sorprendente, con una interpretación capaz, no solamente de deleitar, sino de conmovernos, adentrarnos en su lenguaje y sentirlo en nuestro propio cuerpo; creo sin duda que esta es la capacidad de la danza, difícil de lograr porque no se trata solamente de virtuosismo, sino de algo casi indefinible que le confiere peso y sustancia, se trata de una energía que viaja de un cuerpo a otro.

¿Qué es lo imprevisto? ¿Aquello que no anticipamos, aquello que no alcanzamos a prever? La vida es en sí misma un imprevisto, sin embargo, quizá lo menos advertido para cualquier ser humano es perder la libertad, en cualquiera de sus formas. Encerramiento, clausura, celda… abrigamos frente a una proposición que pone en cuestión una, que son, al mismo tiempo, mil y más historias de dolor y resistencia.

La Escena se abre con tres mujeres que caminan cargando sus cubos, llevando a cuestas sus rejas. En cada gesto y mirada podemos leer, o más bien imaginar una historia. La primera -Ángela-, lleva, por ejemplo, el dolor en el rostro, en un cuerpo que se esconde, empequeñece, implora; en tanto que la segunda -Katherine- llega con una mirada quizás optimista y gesto decidido; mientras la tercera -Gardenia- lo hace cantando y hablando en su idioma clave; llega para provocar…

Así empieza lo que será una serie de relatos hablados con el gesto corporal, dibujado en ojos que auscultan o esconden la mirada, relatados por manos que tocan, hablan y busca entre la luz y la tiniebla, en suma, una narración de cuerpos dispuestos a expresar más allá de lo evidente. Cuando ellas trabajan al unísono parecen formular, ‘aquí todo es igual’. Pero de pronto se escucha la voz en off, que precisa la historia personal, la de una hija cualquiera…

Ellas se mueven en el espacio/cubo, su prisión, física o simbólica; los cubos son casillas, estamentos sociales y morales, son lugar de conminación y repliegue, y también son la posibilidad de construir castillos, aunque sea en el aire. No obstante, el encierro, físico o mental, pronto o tarde explota, provoca, desencadena muchas sensaciones, sentimientos de frustración, venganza, etc., evidenciadas en una danza simultáneamente teatral y muy grácil, a ratos feroz, pero siempre precisa en su forma y consistente en su discurso. Acción que se traduce en personajes potentes, portentosos, portadores de un lenguaje renovado, propositivo, dúctil y exacto, con una seductora mezcla de lenguajes dancísticos/teatrales, aunque esta división ya no cabe en la mirada, me parece que hay un común denominador: cuerpos que hablan desde diversos códigos.

Cuando yo nací fui muy esperada… y ella narra con sus gestos, sus manos juegan y construyen lo que la memoria le dicta y eso se traduce en una mímesis de pequeños aspavientos, voces y grandes posibilidades de la danza.

*Consecuencias imprevistas.* Gardenia Muñoz Granizo, Katherine Lozano,

Aquí en cambio todo es tan diferente… líneas rectas de encierro y dolor contenido, todas son iguales y distintas, todas aprendieron la violencia para sobrevivir, y también el perdón, todo esto representado en movimiento, urdido en una sintaxis que nos deja sin aliento. Tríos armónicos, o de contrapunto, solos vehementes o silenciosos; en realidad, la obra completa es una explosión de movimiento y silencios.

Veo el paso del tiempo, yo vivo la libertad de empezar a ser, sin miedo al infinito…

Todo se entremezcla, tiempo memoria, sentimientos, pasado y presente… Y ella soñando en melodía quizás, quizás, quizás… luces y sombras, oscuridad y esperanza.

El arte de la danza es un imprevisto, un suceso que puede, o no, trasladarnos al espacio del deseo, la esperanza; esta danza se instala en el cuerpo de quien mira, que sin resistencia alguna se abandona al ritmo y las sensaciones propuestas desde la escena.

Nos pueden pasar muchas cosas, pero siempre seguiremos soñando…

Esta pieza se estrenó en la Compañía Nacional de Danza, el 8 marzo de 2024.