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Diego Zamora y la conexión lírico-popular / Manolo Granja

Diego Zamora. Foto tomada de internet

Diego Zamora y la conexión lírico-popular / Manolo Granja

Diego Zamora –barítono, compositor y multinstrumentista– hace de su voz un puente entre tradiciones musicales aparentemente distantes. Desde la apertura y la versatilidad, Zamora ha sabido conjugar el canto lírico con la canción latinoamericana. Además de ser parte de una serie de producciones dentro y fuera del país (en obras de Rossini, Bach, Puccini, Mozart, Verdi, Schubert, entre otros) ha sido participante y ganador de varios certámenes internacionales de canto: fue, por ejemplo, ganador en Salzburg Voice Festival (Austria) y semifinalista en la competencia Hans Gabor Belvedere de la Metropolitan Opera House (Estados Unidos). Si bien el canto lírico le ha permitido desarrollar una técnica prolija y comprender las complejidades de la interpretación, sus intereses van más allá del mundo operístico o de la música académica pues desde niño participó con sus padres en escenarios dedicados a la música latinoamericana. Su trabajo como compositor asimila estas dos vertientes y reinterpreta la música ecuatoriana bajo esta confluencia de tradiciones.

En su reciente concierto titulado “Formidables 25”, llevado a cabo en la Casa de la Música, programó una primera mitad compuesta por arias y piezas vocales sin amplificación eléctrica y acompañado de piano (y en algunas ocasiones también por guitarra o coro). Temas de Schumann, Dvorak, Rossini y otros grandes compositores lograron que la audiencia pueda apreciar la seguridad de Zamora en escena, la pulcritud de su técnica vocal pero también su carisma, su fluida comunicación con el público y una expresividad que fue devuelta en la emoción de aplausos y comentarios entusiastas entre pieza y pieza. La otra mitad del concierto, más extensa y dedicada a la música ecuatoriana y latinoamericana, dio muestra de la habilidad de Zamora para transitar estilos y ritmos pero también para usar estos recursos dentro de sus propias composiciones.

“Este estudio, este caminar me ha permitido crear melodías y fusiones”, dice el barítono. A diferencia de la carrera de un cantante lírico especializado cuya carrera de algún modo ya está trazada y volcada a la interpretación de obras consideradas canónicas, la apertura musical que supone una actitud como la de Diego Zamora hace ver que muchas veces los prejuicios musicales están de más. “La carrera del cantante lírico es muy hermética, muy cerrada, muy inducida a teatros y a orquestas, es un cuadrado del cual no se puede salir. Muchos tienen que dedicarse a interpretar solamente a un compositor o un repertorio de una época o corriente específica. Toda mi vida quise hacer un proyecto en el cual la gente pueda darse cuenta de que un cantante lírico puede también hacer otras cosas”.

Según opina el barítono cuencano, hace falta una concepción más clara de lo que es un cantante lírico: “Hay que comprender que se trata una técnica vocal. Si se aplica esta técnica a nuestra música se puede llegar a otros niveles y, como se pudo apreciar en el concierto, lo que estoy haciendo tiene buenos resultados.” Paralelamente, como intérprete lírico, Zamora está consciente de que la ópera está viva aunque dividida en dos tendencias: una versión purista y una deriva contemporánea que intenta romper esquemas. “Que en nuestro país se hagan producciones muy puntuales de ópera no significa que en otros países, incluso cercanos, sea muy distinto. En Colombia y Argentina, por ejemplo, se hacen temporadas enteras de ópera. Así, en Ecuador, los cantantes líricos tenemos que también dedicarnos a otras cosas y lo que hay que hacer es generar propuestas. Yo, por ejemplo, manejo una corporación cultural sin fines de lucro y hemos organizado este año el primer concurso nacional de canto lírico Ecuador Opera Competition. Hemos conseguido, en su primera etapa, una asistencia de 3500 personas en cuatro ciudades y contamos con 60 participantes inscritos a nivel nacional de los cuales 15 van a llegar a la fase final”.

Por otro lado, en cuanto a la otra vertiente de su interés artístico, el cantante opina que “la música latinoamericana en la actualidad está teniendo un peso gigantesco, artistas como Vitale-Baraj o Tupay han enriquecido las concepciones de lo que es el folclor”. El aporte de Diego Zamora a esta música implica también el poder rebasar ciertos encasillamientos propios de lo operístico y relativos al rango vocal. “Las voces graves son convocadas gran parte de las veces para hacer de padres, villanos, asesinos o del diablo, por ejemplo. Una excepción es Don Giovanni de Mozart, una de las pocas óperas que hace que el barítono sea el personaje estelar. En el campo popular, en cambio, la posibilidad es múltiple puesto que no se está haciendo un personaje y es posible cambiar de tonalidades y registros. Algo que valoro mucho en lo popular es que los músicos que te acompañan participan de la creación y no solo se basan en lo escrito”.

El interés de Diego Zamora por la música ecuatoriana es algo que viene desde su familia. Lo que le llamaba la atención desde niño era el rasgueo sincopado de la guitarra. “Compositores contemporáneos como Leonardo Cárdenas o Jorge Oviedo le dan a la música ecuatoriana un tinte totalmente diferente. Ya no es el mismo pasillo, por ejemplo, sino que obtiene un espectro más amplio y gente de otros países pueden apreciar de otro modo nuestra música y también tocarla. Es lo que ha pasado con mi canción Shunguito, un albazo que ya se está tocando en Argentina”.

Diego Zamora, quien además se encuentra trabajando en una producción discográfica a lanzarse el próximo año, concluye con un llamado a la unión de los artistas y la creación de proyectos, así como a un replanteamiento de algunas prioridades de las entidades culturales: “Hace falta que las nuevas propuestas puedan contar con espacios, no deberían haber trabas para proyectos que pueden tener una repercusión social directa. La idea es unir a artistas, gestores y promotores y por medio de propuestas mostrar nuestra protesta”.

 

 

 

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