Habitación Macbeth l Genoveva Mora
Macbeth, la tragedia shakesperiana que ha sido llevada al cine en versiones diversas, la última de Cohen, por ejemplo, filmada en blanco y negro con una atmósfera de lo fantástico, herencia del expresionismo alemán revive el tiempo y la condena. Asimismo, son innumerables las versiones teatrales. Quizá por esta razón Pompeyo Audivert, actor, dramaturgo y director, decide circunscribir al protagonista a un solo lugar, La Habitación Macbeth, espacio que se agranda y desfigura, tanto como la mente atormentada de este enorme personaje.
Habitación Macbeth. Pompeyo Audivert.
Son algunos los elementos que estructuran la puesta en escena de este unipersonal, que sin embargo, o, además de serlo, ostenta un personaje más, ‘el violonchelo’, ese maravilloso instrumento, que aporta siempre la textura cálida y densidad a la orquesta, aquí, en manos de Claudio Peña proporciona el contrapunto melódico preciso y juega un papel preponderante en escena; no se trata de acompañamiento, es presencia pura, es el termómetro de la atmósfera teatral, es complemento del tiempo, es voz que alarga voces, conciencia y lamentos, es quien determina también silencios.
Habitación Macbeth. Pompeyo Audivert.
Obviamente está el personaje que da nombre a la habitación, Macbeth, el valeroso soldado, el infeliz Rey, personificado por Audivert, quien encarna también a las enormes hechiceras y a ‘su’ Lady Macbeth, ellas, motor de su angurria y remordimiento. No hace falta decir que este actor da cuenta de un trabajo esmerado, tanto que en esos primeros quince minutos me dio miedo, miedo de que tanta pulcritud nublara la tragedia, no ocurrió gracias a la ironía, cuando el protagonista sentencia “los peores traidores son los mejores actores”, como que el hechizo se hizo carne y el personaje cobró cuerpo y alma, la habitación se colmó y entramos junto con él a vivir y sufrir los designios hechiceros, las turbulencias de la ambición, pero sobre todo, a constatar la vigencia del poder y sus tentáculos.
Habitación Macbeth. Pompeyo Audivert. Foto Ana Lucía Zapata Fundación Teatro Nacional Sucre
El actor central logra capturar el texto original y amoldarlo al personaje y al tiempo escénico, lo hace con determinación, porque a más de lo suyo, cuenta con grandes pilares que lo sostienen, empezando por algo nada menor, buscado y conseguido, me refiero al vestuario de Luciana Gutman, quien encontró en ese gran blusón medio blanco, medio crema el tono adecuado para la prenda que cobija el gesto de todos los personajes esa suerte de vestido de casa en su aparente tosquedad entrega movimiento, insinúa pasiones, esconde la imperfección y, definitivamente, se agranda en la sombra, otro recurso magnífico que, a momentos copa nuestra mirada, y nos inmiscuye en la pesadilla del asesino. Porque, precisamente, otro de los aciertos de la puesta está en la iluminación de Novelle, en sus juegos de luz, sombra, oscuridad y enfoque que crecen y dimensionan al personaje en su habitación; sin duda en armónica comunión con la escenografía de Lucía Rabey, asentada en una geometría inquietante, porque las sillas, los marcos que, en algún momento atrapan el magnífico rostro del monarca se vuelven mecanismos para ahondar en su duda, en sus temores, lo colocan en un espacio indefinible y enfocan su debilidad y al mismo tiempo su ambición; de igual modo esos espejos que, como sabemos no duplican sino revelan, entre otros, la sombra, el doble, o atreviendo con Borges, “el reflejo que arma en el alba un sigiloso teatro… para que el hombre sienta que es reflejo y vanidad”.
Habitación Macbeth. Pompeyo Audivert. Foto Ana Lucía Zapata Fundación Teatro Nacional Sucre
La tragedia de Macbeth no ha muerto, la marca del miedo y la marca de la sangre nos persiguen en el tiempo, los vaticinios se han opacado, o ya no sabemos leerlos, o, nuestra suspicacia no alcanza para leer con claridad los tiempos que se avecina. “Esto no termina nunca”, como reza el personaje, qué más viene ahora, la ficción ha rebasado la realidad, no solamente que los árboles pueden caminar, sino que se abren paso para que un gran misil se amalgame con la furia del fondo de la montaña.
Habitación Macbeth. Pompeyo Audivert. Foto Ana Lucía Zapata Fundación Teatro Nacional Sucre
“La muerte debe de ser mañana … ella el estandarte de guerra. Dios es el crimen y cambia de lugar cuando lo nombran…”
Ficha técnica
Fiesta escénica 2025
Teatro Nacional Sucre
Habitación Macbeth
Actor: Pompeyo Audivert
Músicos: Claudio Peña
Vestuario: Luciana Gutman
Escenografía: Lucia Rabey
Diseño de luces: Horacio Novelle
Redes Sociales: Verónica Costa
Música original: Claudio Peña
Fotografía: Santiago Martinelli Massa, Bernabé Rivarola
Diseño web: Verónica Costa
Diseño gráfico: Micaela Borlasca, Verónica Costa
Asistencia: Iván Altschuler, Verónica Costa, Marta Davico, Mónica Goizueta
Producción ejecutiva: Verónica Costa, Marta Davico, Mónica Goizueta
Dirección: Pompeyo Audivert
Agradecimientos: Fernando Becerra, Andrés Gerardi, José Glusman