La revolución tecnológica y conservadurismo artístico | Pablo Roldán
HAITER EN EL ARTE ESCENICO
Hay una imagen que insiste y resiste su muerte. El palabreo mediático como libertad de expresión Una imagen que sobrevive entre el ruido de las opiniones digitales, entre un palabreo que se presenta como libertad de expresión, pero que opera sin contexto, sin verificación, sin responsabilidad. En este contexto el ¨palabreo mediático ¨se transforma en herramienta de poder simbólico.
Recientemente, Meta (Instagram Facebook y WhatsApp)- Bajo la dirección de Mark Zuckerberg- decidió eliminar a los fact-checkers de sus plataformas, alegando que esto restablecería “la libertad de expresión” y terminara con la censura. Con esta acción se consagra una nueva forma de verdad digital: un esquema unidireccional. Es decir, de manera no democrática, una sola persona define las reglas del debate público para más de tres mil millones de usuarios. Es acá en donde el/la Haiter organiza su discurso, la opinión se convierte en policía cultural. No busca diálogo, sino condena e indica que la historia del arte ecuatoriano solo es valido tanto en cuanto se lo nombre. El/la Haiter tiene una profunda fe, hecha de antiguas decepciones cree en las selvas, en los territorios salvajes donde se muerde y se lame para decir lo mismo.
Internet, que surgió como un espacio abierto, quedó lejos de la utopía inspirada hace dos décadas y que suponía que una horinzontalización de la palabra vendría acompañada de una escena publica más plural y democrática, y menos controlada. Como dijo Laurie Anderson: “La tecnología no es buena ni mala, pero tampoco es neutral.” En este terreno ambiguo nos confundimos. El individuo-masa, como lo nombró Mario Tronti, desprecia la justicia social, desconfía de lo distinto y canaliza su frustración a través del resentimiento. En el centro del discurso ya no hay deseo de creación, sino pulsión de castigo.
En nuestro contexto no se odia al artista/arte/ cronista cultural porque fracase. Se lo odia porque desafía el actualismo, se lo odia por su obra artística, por su construcción simbólica histórica en llevar periódicamente un archivo de los acontecimientos escénicos en formato de revista, libro, obra artística. Se odia la construcción artística, en un país en donde el arte/artista tienen ajada su carne y se toma el corazón en la mano y le cose la palabra: resiste.
El rechazo al arte/creación no es un fenómeno reciente. Desde los salones impresionistas, el arte ha sido objeto de escándalo. Pero hoy, ese rechazo encuentra un canal directo y amplificado: las redes sociales. Allí, los haters no solo disputan el valor de una obra, sino la capacidad misma de discernir qué es arte, qué archivo cuenta, qué referencia es válida.
Theodor Adorno, en su Teoría Estética, dedicó un apartado al rencor que el arte moderno despierta en el público: no por su falla, sino por su potencia. Porque el arte, al no ofrecer certezas, desestabiliza lo cómodo, lo domesticado. Nadie es perfecto porque nadie es libre, los atropellos amorosos resecaron nuestro corazón y cambiaron la índole: nuestra dulzura se agrió. La imagen del igualitarismo digital es una ruina. No somos iguales somos diversos y en la diversidad nos encontramos, en diálogo. Lo que parece democratización, a menudo resulta ser un simulacro de acceso. Como advirtió Jacques Rancière : La política del arte es siempre la política de la percepción: de qué se ve, de quién puede ver, y de quién tiene derecho a ser visible.
Hay en el ecosistema artístico. Todos tenemos derecho a la existencia y dignidad, Todos. Más aún no podemos omitir la operación de la equivalencia sobre la que se sostiene el arte/artistas. Esa que, hace abstracciones de las cualidades singulares, de las posiciones, los atributos. Aunque parezca una obviedad es preciso indicar que: las/los artistas, cronistas escénicos, cartógrafas, editorialistas, apuntadoras/es 24/7 carecemos de armamento y de protección. Los artistas burócratas no. Nada extraordinario en ese mundo de épicas sagradas. Nada sorprendente en ese mundo de hazañas extravagantes y heroísmos infrecuentes. Apenas somos un cisne furioso. Nocturno. Anacrónico. Solitario
En el Ecuador contemporáneo, existe una comunidad activa de creación. Hay libros, investigaciones, memorias teatrales y performativas ecuatorianas que circulan en bibliotecas digitales del mundo. En U.I.O. hay varias experiencias que ubican el panorama actualista del arte escénico. El hiato lo tiene la revista El Apuntador por trabajo y perseverancia, aunque nadie lo nota porque nadie se fija, la revista es mariposa, la bella ya no es larva ni crisálida. Esta completa.
Para los/las haiters ¨trabaja no envidies¨. Emoticón de corazón.
Pablo Roldán : Artista multidisciplinario, director teatral y docente.
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