09-12-2025

09-12-2025 OTRAS MIRADAS: Simulacro: Gintonis 92 l Alfonso Bravo Moncayo

¿Son los balcones, los patios de las casas o las escaleras de emergencia de un departamento los gimnasios donde uno ejercita la realidad? ¿O son otros simulacros solo un poquito más serios de los que ocurren dentro de casa, en una fiesta de amigos? Con un cigarrillo en mano, muchos hemos intentado sincerarnos fuera de la fiesta mientras confesamos otra colección de autoengaños.

En este mundo de hiperrealidad se ha hecho cada vez más fácil sepultar aquello que ni siquiera sabemos que tenemos, pero lo sentimos, se puede ser intelectual, una buena anfitriona, el payaso de la fiesta o quien finge independencia para usar una máscara, como las que teoriza Jung, para no intentar, por lo menos, enfrentar el dolor...

*Gintonis 92.* Julia Lozada, Andrea Villa, Diego Andrés Paredes, Emilio Andrade

Se puede tener la bufanda perfecta o la ilusión de ser querida por un macho alfa (al que ya no se puede mostrar en escena, es muy instintivo, muy real para la corrección política), la comida japonesa o el último grito de la tecnología, un karaoke, que no dejan de ser fachadas de esas que Pink Floyd nos cantaba, que se compran para llenar los espacios vacíos.

El humor, ese que dice mucho de lo que está escondido en nuestras profundidades, parece ser el recurso perfecto que permite contar la tragedia más invisible y cotidiana de los seres humanos: que todos fingimos porque la verdad es que la realidad es imposible, al menos no la de nuestra especie, que renunció hace rato a ser un pedazo de carne. Entre miradas cómplices, punzantes y preocupadas, los personajes dejan ver el terror de saber lo que nadie sabe, pero todos saben, y arman amistad, reunión y risa para defenderse.

*Gintonis 92.* Andrea Villa, Diego Andrés Paredes

Da la impresión, aunque no sé si sea intención del director de la obra, que toda reunión entre amigos se hace necesaria para reafirmar nuestro firme compromiso de seguir fingiendo. Quizás, solos en nuestras habitaciones, sí encontramos algo más real de nuestras vidas y hay que huir despavoridos de la cama a mentir en sociedad.

Hace unos días, volví a escuchar Canción de invierno, una joya de Silvio Rodríguez que no sé por qué la había olvidado. Escuché al maestro decir que la angustia es el precio de ser uno mismo, pero ya no me sonó a arenga revolucionaria, sino a que, en efecto, ese "uno mismo", no puede sino provocar angustia porque es un monstruo, una masa (de nuevo Silvio), no sería más que ese instrumento sin mejores resplandores que lucecitas montadas para escena y pienso en el excelente manejo de la iluminación en GinTonis 92.