Treinta Diciembres: Las Canciones de Navidad en la Voz de Margarita Laso l María Augusta Tufiño
Esta celebración permanece como un punto luminoso en el calendario cultural de Quito: un rito donde la música vuelve a juntar a la ciudad, a su memoria y a su gente.
La ciudad cambia con diciembre. El Centro Histórico, con sus fachadas antiguas y su olor a palo santo, vuelve a ser escenario de una tradición que se ha sostenido durante tres décadas: las canciones de Navidad de Margarita Laso. Este rito, que convoca a familias enteras, ha tejido una memoria compartida entre generaciones, convirtiéndose en un punto de encuentro para un país que, a pesar de sus fracturas, continúa reencontrándose en la música.
La Navidad, para Laso, no es solo una fecha en el calendario: es un territorio emocional y cultural. “Armar un árbol o inventar paisajes para los nacimientos suele ser una metáfora del ciclo por venir”, reflexiona. Ese gesto doméstico sostiene la ilusión de un tiempo que regresa, incluso cuando el país transita momentos inciertos. “Sé que sigue siendo nuestro lugar este de traer canciones al tiempo de la gente, a sus estaciones, a sus lluvias.”
Memoria y origen
La música navideña, dice Laso, nunca fue un descubrimiento repentino, sino un tejido familiar que la acompañó desde siempre. “La música latinoamericana y ecuatoriana habitó siempre nuestro entorno. La poesía venía en discos y casetes”, recuerda. La infancia está marcada por voces cercanas, especialmente la de su padre: “Mi padre cantando con los ojos cerrados iniciaba un viaje misterioso. Siempre quise navegar por ahí.”
Ese vínculo temprano con la palabra y el canto se volvió decisivo. Las canciones de cuna y los villancicos marcaron su primer recital y su primer disco navideño, donde interpretó temas como Duerme Negrito, Drume Negrita y Negrita Martina. Ese debut tiene un símbolo imborrable: su hija Martina cantó a su lado. “Su presencia dejó una huella inmensa en mi alma de mamá”, dice.
Más tarde, su hija Rafaela continuaría participando desde el acordeón, convirtiendo estos encuentros en una historia familiar que creció junto al escenario.
Un repertorio que revela un país
Detrás de cada villancico hay huellas culturales que Laso ha investigado con rigor y sensibilidad. Recuerda, por ejemplo, las voces de los Pibes Trujillo, “cuya historia de maltrato es penosa”, y los estudios de Janeth Alvarado sobre el repertorio cuencano del Pase del Niño Viajero. También menciona la labor de Juan Mullo, quien recuperó villancicos de antiguos monasterios quiteños.
“Ha sido un deleite escuchar las distintas formas de apropiarse de la Navidad”, comenta. Entre los temas que más la conmueven están: Ya viene el niñito, un sanjuanito que conjuga firmeza y dulzura; y Esta noche fría, albacito de Peguche donde la helada y la fragilidad parecen respirar juntas. Y destaca una pieza fundamental: Manito de cera, de Diego Luzuriaga, a quien considera autor de “una de las joyas de la música ecuatoriana actual”.
María Augusta Tufiño Valdivieso: Locutora profesional con amplia experiencia en la difusión de contenidos culturales y artísticos Apasionada por la música ecuatoriana, las tradiciones populares y las expresiones que dan vida a nuestra identidad.Su voz acompaña historias, conecta generaciones y rescata la memoria sonora del país.
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