CON VOZ PROPIA (Mitómana) Charla con Pamela Jijón | Genoveva Mora Toral
Casa Mitómana celebró su quinta edición del Festival de Artes Escénicas Sala Mitómana: escrituras expandidas cruces disciplinares e investigación escénica, y, a propósito de este evento conversamos con Pamela Jijón, gran pilar de este proyecto que se ha sostenido por siete años; por supuesto con el apoyo incondicional de su socia Gabriela Ponce y del resto del equipo de ‘mitómanas’: Daniel Mena, Dolores Ortiz, Pablo Molina, y, a la distancia pero siempre atenta, Bertha Díaz.
G.M. De hecho, la primera pregunta que surge es, ¿Cómo han logrado, en un medio como el nuestro, sostener este proyecto, que no precisamente tiene un movimiento teatral intenso?
Ha sido una tarea ardua, los cuatro primeros años sosteníamos la casa con parte de nuestros salarios, cuestión que se volvió una carga difícil. Luego vino la época del Covid y ahí logramos subsistir gracias a la ayuda obtenida del fondo Goethe, dedicado a espacios culturales independientes con más de tres años de funcionamiento. En este periodo pudimos negociar la reducción del arriendo de la casa y eso fue de gran ayuda.
Nuestra acción nos ha dado acceso a los fondos Iberescena y este año por primera vez a fondos del IFCI. Estos fondos nos han permitido mantener este festival, y también, en el caso de fondos de infraestructura, sustentar y adecuar la casa.
Casa Mitómana, al tiempo que subvenciona (porque los alquileres son bastante simbólicos) varios espacios: un estudio fotográfico, la librería, cafetería, un lugar dedicado a los pequeños, y el teatro; ha conseguido establecer, luego de un arduo trabajo, un nexo con el barrio, que funciona a través de actividades varias organizadas en la librería Kosmos o en Aya Orgánica y de una feria semanal de productos orgánicos.
En estos últimos meses nos hemos empeñado en adecuar una biblioteca al servicio de la comunidad.
En fin, todo el tiempo estamos inventando modos para sobrevivir.
G.M. Respecto al Festival, ¿en dónde señalarías tú que está la diferencia con otros?, porque digamos que es, más bien, un evento pequeño. ¿Cuánta gente llega y cómo es el proceso?
Nuestro Festival tiene como particularidad el interés en las escrituras expandidas y en los procesos que surgen de la investigación escénica. El público es reducido, no sé si tanto por el carácter del festival como por la dificultad que implica movilizar al público quiteño.
Desde esta edición hemos abierto la curaduría del festival a una convocatoria abierta. Recibimos algunas propuestas y de ellas elegimos dos, una de trayectoria emergente y otra de mediana trayectoria. Por otro lado, están los artistas invitados, y en este grupo tenemos artistas confirmados internacionales, y también nos interesan los artistas emergentes, para ello recurrimos a proyectos de fin de estudios que nos parecen más propositivos, más arriesgados en cuanto a lenguajes escénicos, etc.
A partir del festival generamos redes a mediano y a largo plazo, para tener residencias de creación. Desde la primera edición lo que hemos hecho es que los artistas internacionales dicten talleres, y los mejores proyectos de los talleres se seleccionan y se quedan en residencia para que bajo su tutoría se cree una obra.
Así ocurrió con la obra de Giulianna Zambrano, tutorada por Oligor y microscopía. Lo mismo pasó con Lagartijas tiradas al sol, quienes vinieron de México, armaron un taller y siguen vigentes desde hace 4 años continúan dando seguimiento a quienes fueron talleristas.
Por otro lado, está lo que denominamos Primera vez al teatro, programa de ‘mediación pedagógica de las obras’. El equipo de producción se contacta con colegios para presentar las obras a sus estudiantes en la propia sede o en nuestra sala. Para ello creamos dossiers pedagógicos para que los profesores responsables puedan informar sobre la obra a los chicos y sugerimos metodologías de trabajo previo a su asistencia al teatro y también ejercicios a ser aplicados post función.
Este año esta acción nos ha dado un buen resultado, los estudiantes demostraron un gran interés en las obras y manifestaron su voluntad de volver al teatro. El trabajo de generación de públicos nos resulta fundamental.
Por otra parte, diría que nos convertimos también en socios pedagógicos de artistas emergentes, con ellos realizamos, luego del festival, una agenda de trabajo para los próximos años, porque hemos pensado, ¿qué le podemos dar al artista joven además de su caché? Propiciamos relaciones a largo plazo, creamos lazos en el ámbito artístico, porque estamos convencidas de que la única manera de crecer es trabajar en colectivo, en redes, en comunidad, así los proyectos se tornan más sólidos y aumentan las posibilidades de subsistir.
G.M. Pamela, tú ahora mismo, bueno desde hace rato vives en Francia, ¿cómo consigues mantenerte al día con toda esta actividad de Casa Mitómana?
Por suerte la tecnología nos permite mantenernos presentes, todo el tiempo he estado activa en relación al proyecto (excepto un paréntesis por razones de salud), el trabajo que he dedicado a los proyectos nos ha permitido mantener el espacio. Mi acción se coordina con quiénes están permanentemente en la Casa, el Gato en el Fotolaboratorio, Xime en Aya Orgánica, Sebas en la librería Kosmos , Dani en la Sala de artes escénicas; y quiénes son mi mano derecha en la administración, este año, primero, Denise Neira y luego Elena Jijón.
Con ellos estamos siempre en contacto, tenemos reuniones de evaluación y de proyección de actividades cada vez que vengo a Quito.
En este 2025, por primera vez, he venido con mi equipo de Francia y España a la Casa a hacer una residencia. Esta experiencia me permitió ver desde dentro nuestras formas de producir y me va a permitir hacer una relectura y ajustes para la siguiente edición.