CON VOZ PROPIA: “Recordar solo sirve si se activa con la disconformidad” Conversando con Nona Fernández l Daniel Félix
En este 2025 la Fiesta Escénica ha recibido a muchas figuras prominentes de las teatralidades contemporáneas ecuatorianas y latinoamericanas. Han sido casi cincuenta actividades durante todo junio, entre funciones, talleres, residencias y charlas. Esta edición llega a su fin el domingo, 29 de junio, con Voyager, una obra de la compañía de teatro La Pieza Oscura, creada por la actriz, escritora, guionista y feminista chilena, Nona Fernández. Sus credenciales son notables, entre otras Nona ha recibido el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, y fue finalista del National Book Award y del Premio Herralde de novela. Durante su estadía en el Festival, nos entrega un tiempo generoso para conversar sobre su propuesta, su pensamiento y los motivos y búsquedas que en su trabajo creativo la han orientado.
Danel Felix: ¿Primera vez en Quito
Nona Fernández: Habíamos querido venir antes, pero no lo habíamos logrado, así que estoy contenta. La ciudad es preciosa con las montañas, con el patrimonio todavía muy vivo hasta donde la he visto. Y eso es hermoso.
DF: ¿Qué expectativas tienes de la Fiesta Escénica y de traer la obra con la que concluye esta edición?
Voyager. Francisca Márquez y Nona Fernández
NF: Estamos cerrando la Fiesta Escénica este domingo. Ayer estuvimos viendo Imprenteros. No la habíamos visto. Fue una experiencia preciosa. Hoy se presenta Testosterona, un montaje que ya lo había visto, pero teníamos ganas de hacerlo de nuevo. Me ha llamado mucho la atención el público, muy interesado en este festival. Hoy tuvimos una charla en la mañana. Yo me dije: quién va a venir a las once de la mañana, pero tuvimos la sala llena, todos muy involucrados; conversamos, siento que es un festival muy efervescente y que ha cautivado a la gente.
DF: Así es, y lo cerrarán con su obra, Voyager
NF: Es un honor para nosotras cerrar el festival
DF: Cuéntanos de Voyager, esta obra que hace una analogía entre la memoria universal y las memorias individuales.
NF: Voyager está inspirada en un ensayo mío que se llama igual. Este ensayo intenta cruzar la memoria en distintos ámbitos; preguntarnos cómo recordamos desde el aspecto neurológico, la memoria familiar, la memoria del país, la memoria de las estrellas y la memoria universal. Esa escritura no tuvo ninguna vocación escénica, quisimos llevarlo a la escena con la Pieza Oscura. Empezamos una exploración cuyo resultado es lo que van a ver ahora, que, por supuesto no es el ensayo, pero que toma y bebe de este.
Voyager. Nona Fernández y Francisca Márquez. Foto Tian Lopez_FTNS
Lo que vemos son dos sondas exploratorias, Voyager, esas sondas lanzadas por la Nasa en el 77; dos sondas que han cruzado la heliósfera, que están lo más lejos del planeta en este momento; a ratos se pierden, son antiguas, también tienen dispositivos viejos; a ratos no se entienden las señales que mandan, vuelven. Es bonita la historia que tiene la NASA con estas sondas, y además tienen estos discos de oro con lo “mejor”, con el intento curatorial de llevar lo mejor de la humanidad en ellas. En la puesta en escena vemos a dos mujeres-máquina que son Voyager 1 y Voyager 2, que están perdidas en el espacio y que, así como las ondas originales, han estado recopilando recuerdos, memoria estelar.
Voyager. Nona Fernández y Francisca Márquez
Estas dos mujeres en el escenario, lo mismo que las máquinas, lanzan algunos recuerdos, cuatro en concreto. La memoria de una familia, de una hija y una madre, la memoria de un país y la memoria de las estrellas también. Y esos recuerdos van tomando dimensión en el escenario. Son pequeñas historias contadas por estas máquinas que a la vez tienen su propia historia, porque están perdidas en el espacio y cada vez se alejan más: el Voyager 1 se perdió, no sabemos dónde anda. Han perdido lenguaje, ya la Nasa no comprende sus claves. No entiende porque están tan lejos que las señales llegan a medias, o porque sí, de viejas ya en una especie de Alzheimer, como que hubieran perdido el lenguaje. Eso lo vamos viendo en la obra. Es una puesta escénica que intenta jugar con los recuerdos colectivos: cómo podemos recordar juntas, cómo también el espacio de una puesta en escena y de visionar una obra es un espacio colectivo con el cual podemos recordar juntas, y cómo en los recuerdos nos parecemos más de lo que nos separamos.
Voyager. Nona Fernández . Foto Tian Lopez_FTNS.
Intentamos mucho desbaratar límites. Tuvimos una experiencia mientras montábamos la obra allá: hicimos unos talleres con diferentes personas, adultos, estudiantes, etc., y les hacíamos preguntas como: ¿cuál es tu primer recuerdo?, y era muy bonito porque se repetían recuerdos similares: el primer beso, la mamá, claro, todos los recuerdos eran distintos entre una persona y otra, pero todos sabemos de lo que hablamos cuando hablamos de matrimonio, del amor, del enamoramiento, del primer beso, del nacimiento de una hija o un hijo. Es loco. Los recuerdos nos emparentan más que dividirnos y eso ha sido súper bonito en la experiencia de la obra. Algo pasa en el momento que la visionamos, que recordamos juntas y nos sentimos más cercanas con el público, nos sentimos más conectadas.
DF: Me llama la atención el motivo de la memoria. Hay temas comunes que confluyen en el arte y en las búsquedas personales de los artistas, y me parece que uno que ahora es muy recurrido es el de la memoria, como en Voyager, y obviamente esta búsqueda por la memoria tiene una forma singular de abordaje en cada artista, una perspectiva personal en torno a qué es la memoria, por qué es importante conservarla. ¿Qué hay detrás de este motivo para ti?, ¿por qué debemos recordar, por qué es necesario en este tiempo este ejercicio, y que además puede ser puesto en escena de una forma poética?
NF: Yo siento que la memoria es importantísima para la construcción del futuro. La memoria es nuestra identidad. Somos, cada ser humano, cada país, somos contenedores de recuerdos que van configurando tu propia historia y tu propia identidad. Lo loco es que así nos lo enseña también la realidad, muchas veces cuando hablamos de nuestras sociedades, nos damos cuenta que nos han pautado la memoria.
Voyager. Nona Fernández
Hay una cantidad de hoyos negros que explican muchas cosas del presente, que han sido borradas de la historia oficial, del gran guion de la historia. Yo creo que el ejercicio del recuerdo es importante siempre: el recuerdo personal y el recuerdo colectivo, sobre todo para la comprensión del presente y la construcción del futuro si lo pensamos en términos más políticos, ahora en este mundo extrañísimo que habitamos donde los discursos dictatoriales están volviendo, pese a todo, pese a que el sufrimiento está vivo en muchas sociedades; es decir, lo que se ha hecho desde la política pública probablemente sea insuficiente; desde el mundo de la creación también se ha intentado abordar ese relato.
Por ejemplo, el relato del respeto a los derechos humanos pareciera que no importa. Parece que nada importa. Vamos aceleradamente a una debacle que no sabemos cómo ponerle freno. No digo que el ejercicio de recordar sea la única manera, pero creo que nos ayuda. Creo sobre todo porque es una reflexión que he estado teniendo el último tiempo: yo soy una mujer que ha dedicado gran parte de su trabajo a recordar. He hecho mucho ese ejercicio y me he dado cuenta que no soy la única. Como dices, hay una gran cantidad de creadores en distintos ámbitos, las artes visuales, la danza, el teatro, la literatura; que se han dedicado a recordar, a recoger ciertos archivos, a ponerlos en escena, darles nuevos sentidos, actualizarlos. Y hemos fracasado profundamente en ese ejercicio. Nuestras sociedades siguen yéndose a donde vamos, que es una especie de precipicio. Cuando hablo del fracaso no lo hago como algo que nos inmovilice sino como algo que nos ayude a entender que debemos seguir buscando los mecanismos, tenemos que seguir desafiándonos para llegar a donde no hemos llegado, que probablemente sea lo más difícil: cautivar de otra manera, seducir de otra manera, dejar de hablarnos entre nosotras mismas, cambiar la forma y las herramientas para poder conmover a la mayor cantidad de gente.
Voyager. Nona Fernández y Francisca Márquez. Foto Tian Lopez_FTNS
DF: La memoria no es un ejercicio solamente de rescribir lo que ya pasó, de registrarlo; pero también, como acontece en el teatro, ese registro del pasado es traído al presente y reinterpretado hacia adelante. En Voyager resuena ese sentido del registro de la memoria universal y la analogía de las sondas que van perdiendo su lenguaje. ¿Cómo consigues romper a través de la ficción del arte, ese traslado de la memoria como rescritura o eco, en un ejercicio que nos devuelva a la actualidad del presente?
NF: A mí no me interesa el ejercicio del recordar, que es un verbo, una actividad, por el acto nostálgico de estar observando el pasado y remontando y conmemorándolo. El recuerdo solamente sirve si se activa con la disconformidad con el presente. Reactivamos el pasado para ver si encontramos claves para entender el presente y modificarlo. Eso significa futuro hacia un lugar mejor. Construir un mejor futuro. Yo creo que lo interesante que tiene la creación tanto en la escritura literaria como en el escenario, es que estamos procesando y reciclando ese pasado, para instalarlo en el presente con reflexión, contemporaneizando no solamente en el fondo, pero también en la forma, volviéndolo inclusive lo más popular posible.
Yo encuentro fascinante estar en esta sala que tiene 700 butacas y decir: vamos a tener un rito con 700 personas (ojalá, ese es el objetivo, es la fantasía), y vamos a pensar estos temas, y vamos a recurrir a estas historias que nos siguen reflejando cosas de nuestro presente. Eso es la contemporaneidad, y además es la gracia del trabajo artístico que como dices no es solamente el registro. Hacemos el registro como parte de la investigación, pero más importante es volverlo contemporáneo. Claro, ahí está la cabeza de cada creador, el equipo, las herramientas y las estrategias que estamos constantemente desafiándonos a ocupar. Ese es el desafío.
DF: ¿Qué herramientas tenemos en Voyager para este ejercicio? Hay diversos lenguajes: visuales, sonoros…
NF: Es una obra interdisciplinaria. Me da un poco de pudor decirlo, pero tenemos un poco de danza. Trabajamos con una coreógrafa chilena fantástica. Hay mucho audiovisual también, que nos acompaña porque en rigor tenemos a dos sondas instaladas en el vacío del espacio, y eso es un desafío tremendo para llevar a escena y que sea un espectáculo interesante de ver, porque tienes a dos señoras en la oscuridad máxima. Nos desafiamos desde ese lugar que es la danza, el trabajo audiovisual, también hay una iluminación que esperamos lograr acá con una técnica específica. Y hay que decirlo: la palabra, que para nosotros es importantísima.
Yo tengo esta doble militancia entre la escena y la escritura. Entonces, para mí, la forma desde el lenguaje, la poesía, es importantísima. Y tengo una partner en escena fantástica, una actoraza. Así que vamos a ver historias. Son ellas dos que en el fondo son dos sondas que personifican aquellos personajes que configuran la historia: una madre que se desmaya y que pierde momentos de su historia por estos desmayos. Una mujer que ve en un electroencefalograma el recuerdo de su madre del momento en que nació. Lo ve en un movimiento neuronal. Esto es un juego entre las neuronas y las estrellas. Una mujer que busca a su marido, al amor de su vida, en el desierto porque fue ejecutado por los militares; busca los huesitos, rastrea la pampa buscándolo; Giordano Bruno que fue quemado en una hoguera. Son distintos pedazos de la historia universal que están constelando.
Voyager. Nona Fernández y Francisca Márquez. Foto Tian Lopez_FTNS
Siempre digo que Voyager es un artefacto, una especie de constelación, porque son distintas historias y reflexiones sobre la memoria que arman una constelación de estrellas. Si pensamos que las constelaciones son un grupo de estrellas que alguien, arbitrariamente, decidió que juntas eran algo, porque esas estrellas no tienen nada que ver una con otra, pero alguien, un ojo las vio y dijo: “Esto es un cangrejo”, por ejemplo, y ese cangrejo tiene una historia y es la constelación de cáncer, y le pasó esto y esto otro. Voyager tiene algo de eso: son historias que arbitrariamente configuran una constelación que nosotras ponemos en escena, y que juntas tienen un sentido para el público y para nosotras.
Voyager. Francisca Márquez y Nona Fernández
DF: Para terminar, me queda esta idea tan potente que mencionas, que cuando hablamos de la memoria también hablamos necesariamente del olvido. Hablamos de esta mujer que está olvidando, pero también la idea del universo olvidándose a sí mismo
NF: Y los hoyos negros y todo eso. Es que la memoria y el olvido son las dos caras de lo mismo. El olvido también es necesario. También nosotras como personas y como sociedad necesitamos olvidar. Yo creo que el problema es cuando nos pautan el olvido, cuando nos hacen olvidar, cuando hay cosas que nos dejan en la sombra y ni siquiera podemos tomar la decisión de observarlas o no, o de mantenerlas, atesorarlas, o no. Yo creo que es el gran problema que hemos tenido en América Latina. De pronto te das cuenta de la cantidad de hoyos negros que tiene nuestra historia. Si pensamos que la memoria está tan ligada a la identidad, nos pautan el espíritu.
DF: Y el arte como instrumento de resistencia.
NF: Sí, como una herramienta para revolver todo eso, claro, desafiar esos guiones. Eso para mí es lo importante. Creo que la creación está puesta en un lugar que desafía las grandes creaciones del poder, los guiones que el poder va pautando. Estamos para desordenarlos, romperlos, desbaratarlos, proponer otra cosa, otra mirada.
Ficha Artística
Teatro Nacional Sucre
FIEQ2025
Obra: Voyager
Dirección: Marcelo Leonart
Texto: Nona Fernández
Intérpretes: Francisca Márquez y Nona Fernández
Luz: Nicolas jofre
Visuales: Pablo Mois y José Agurto
Coreografías: Claudia Vicuña
Música: Dante Leonart
Producción: Francisco Medina
Nona Fernández Silanes
Asistencia: Macarena Fuentes
Archivo El Apuntador
Junio 2025