Crónicas teatrales: El conejo de Shordelling I Francisco Bedoya
Lector, ¿Quiere alcanzar sus sueños? ¡No se ponga el pijama! Mejor póngase las pilas que se nos escapan, entremos a La Sala Mariana de Jesús, “El gato de Shordelling”, genialidad a cargo Gato relato, Nadinka Flores y Pedro Montoya, celebran sus diez años con esta puesta en escena que nos da la oportunidad de transformarnos en estrellas y presenciar la eterna lucha por crear y llegar a eso que llamamos sueños.
El Conejo de Schrödinger. Omar Bonilla / César Santos
Suélteme la mano y cálmese, no me diga que nunca ha flotado en un universo de butacas, sea una estrella con ojos y disfrute de la entrada de El astronauta (César Santos) aconsejado por un Conejo gigante (Omar Bonilla), metáfora encarnada del sueño que nos persigue y al mismo tiempo se nos escapa, que con sus palabras abre nuestro debate interno y nos preguntamos si en verdad estamos despiertos.
El conejo roba estrellas al compás de una alarma, somos espectadores del tiempo que se diluye mientras perseguimos aquello que nunca parece estar al alcance, recurso que nos permite ver el derroche de habilidad física de los intérpretes. Conejo guía, bufón, tirano y cómplice. Sueño viviente que nos impulsa y nos detiene, escondido entre islas de luz junto a mares de tinieblas, acierto lumínico de la puesta en escena, Conejo entretiene a su humano y le acompaña en los solitarios momentos espaciales. La escena se vuelve un juego cósmico de persecuciones, equilibrios y frustraciones, donde la gracia coreográfica oculta una punzada de angustia: ¿qué ocurre cuando nos convencemos de que nunca atraparemos lo que soñamos?
El Conejo de Schrödinger. César Santos
La dinámica se convierte en un espejo cruel de dependencia del astronauta. El Conejo es esa necesidad luminosa que nos anima a mirar arriba, pero que también nos empuja a bajar la mirada. ¡Lector!, qué tal ser otra estrella más, observe cómo este vaivén se convierte en la coreografía de la vida misma. Un apagón y los personajes duermen, títeres de sí mismos, manejan sus versiones de felpa desde la intuición, detalle que pide ser pulido, pero que enfatiza el estar atrapados entre la vigilia y el sueño. La alarma, una vez más, y el astronauta asesina al Conejo.
El Conejo de Schrödinger. Omar Bonilla / César Santos
Es el gesto violento de quien se rinde, de quien decide acabar con el sueño para no seguir sufriendo. El astronauta rompe la cuarta pared y todo vuelve a empezar. Ausencia que nos enfrenta a nuestra propia renuncia. El resultado no es la liberación, sino el vacío: el universo retrocede, las estrellas desaparecen, la alarma ya no despierta a nadie.
Estática de televisión y una luz de calle, imagen que me devuelve recuerdos, actuamos o esperamos, usted escoja, una alegoría de la fragilidad humana frente a sus deseos: perseguir, fracasar, intentar de nuevo, hasta que la fatiga se convierte en homicidio de los propios anhelos matándonos poco a poco.
El Conejo de Schrödinger. Omar Bonilla
¿Qué ha hecho con sus propios conejos lector? ¿Tal vez ha dejado que se alejen, que apaguen la alarma que lo mantenía despierto?
La sala oscura se convierte en un espejo sideral donde muchas preguntas flotan silenciosas, como restos de un naufragio espacial, entre los cuales aparece un disfraz de conejo, una tentación que seduce y pensamos ¿qué tal si los usamos e intentamos descubrir dónde están escondidas nuestras estrellas?
Ficha técnica
Sala Mariana de Jesus
Compañía GatoRelato
Obra: El Conejo de Schrödinger
Actores:Omar Bonilla / César Santos
Escrita y dirigida por Nadinka Flores y Pedro S. Montoya
Diseño sonoro: Mario Porras
Diseño de luces: Santiago Vergara.
Fotos: El Apuntador
Francisco Bedoya: Actor, director y dramaturgo, director del colectivo “Susurros Teatro” desde el 2014
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