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El mejor bailarín, coreógrafo y maestro del Ecuador ha muerto | Gabriela Vinueza Moscoso

El niño del Floripondio. Klever Viera

El mejor bailarín, coreógrafo y maestro del Ecuador ha muerto | Gabriela Vinueza Moscoso

Klever Rodrigo Viera Pérez 1954 - 2025

Maestro, padre -si hijos biológicos- y amigo de todos los que pisamos su salón de clasesYo, un hijo del viento soy.

Yo, el niño de los floripondios soy.

Yo, un Narciso que se kiere morir.

Yo, el peor de todos.

Yo, que para morir he nacido.

Yo, que para bailar he morido.

Klever Viera (2014) 

Maestro, compañero y amigo de muchos. Recibir sus clases, talleres, danzas y conversaciones es una iniciación en la danza, es ingresar para nunca más salir, es aprender a buscar en el cuerpo y la memoria la danza propia.

Al respecto de su obra se han generado varios documentos, por lo que puedo afirmar que es uno de los bailarines de Ecuador del que más se ha escrito e investigado. El Rabo de Vaca, La Danza de la Cotidianidad, Las Acciones Vaciadas, La Danza Imperceptible, su trabajo con la literatura y sus obras, son metodologías y técnicas que se han convertido en herencias y traspasos corpo-orales.

De todos los modos que hay para sentir, saber, ser y vivir, Klever Rodrigo Viera (nacido en Toacaso en el año de 1954) escogió el de aprender y enseñar danza; de aquí, que su primera decisión –de esas que nos llevan a todos a la muerte– fue la de dejar a sus padres y a su querido pueblo de Toacaso a sus espaldas. La ansiedad que sentía desde pequeño por conocer la ciudad y su entusiasmo por el arte y las letras, lo llevaron a estudiar piano y solfeo en el Conservatorio Nacional de Música, y filosofía en la Universidad Central del Ecuador –en un principio él quería tener una orquesta como su padre y cantar en inglés–.

La presentación de un grupo de ballet que vio durante una película que proyectaron mientras cursaba el preuniversitario, fue la que aclaró su verdadera vocación, y desde ese entonces ya no intentó ser cantante. A partir de ese instante, vio en la danza la necesidad y expresión de su ser.

En ese punto de mi vida ya sabía de la Casa de la Cultura, así que salí de la película y me fui directo para allá. Llegué al hall, vi las pancartas, pero no me atreví a preguntar nada, porque era muy tímido, soy chagra. Luego se inaugura el Instituto Nacional de Danza y unas compañeras de Tanicuchí, que estudiaban educación física, me llevan a la prueba del Instituto, obviamente no apruebo porque me ponen en calzoncillos, medio desnudo y me dice el Rubén Guarderas: “improvise”. ¡Cómo vas hacer improvisar a un chagra que apenas acaba de salir del pueblo! me quede aterido […]. Así es la historia, no pude hacer nada, salí de ahí y lloraba, bajaba las gradas arrimado el hombro en la pared. Después de 15 días de desolación, voy al mismo edificio del Banco Central –un laberinto hermoso-, veo las listas y veo que a todos los hombres habían aceptado… y entonces, aquí me tienen (Mora 2015b, 14).

Aceptado en el Instituto Nacional de Danza en 1974 inicia sus estudios danen ballet clásico con Noralma Vera y de danza moderna con Rubén Guarderas. Para 1976, forma parte del elenco de la Compañía Nacional de Danza destacándose como bailarín profesional durante un año. En este espacio conoce al bailarín y coreógrafo Rodolfo Reyes. Sobre esa experiencia Viera comentó: “él nos abrió un camino de compromiso, de estudio, de cuestionamiento político, y me abrió las puertas para ir en 1977 a México, allí estudié con Xavier Francis de New York y Luis Fandinho de México por el lapso de tres años, aquí realice mis primeras coreografías” (Villaroel 2005).

México se convirtió en lugar y residencia de aprendizaje, donde funda el Ballet Contemporáneo Alternativa. Sintiendo una profunda responsabilidad por los bailarines de su país y con el firme propósito de enseñar todo aquello que había aprendido, al cabo de tres años de su estancia en México, decide regresar a Ecuador, en 1983, y forma junto con Carlos Cornejo el grupo independiente de danza contemporánea Cenda. En 1983 la Escuela de Danza Contemporánea Yaradanza. En esa misma época y con este último grupo consigue, bajo la dirección de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, un espacio físico e invita a varios bailarines/as a trabajar de manera conjunta. Al cabo de un año de trabajo desaparece Yaradanza y se crea el Frente de Danza Independiente (FDI), en 1984. En 1986, luego de haber trabajado algunos años en el FDI, es invitado a realizar su primera gira internacional por Países Bajos, Colombia y Alemania.

Durante este viaje, Viera descubre que aquella danza que había heredado de México no le pertenece, por lo que empieza a cuestionarse y a sentir que en su cuerpo y en su danza debe haber algo más propio y auténtico. Producto de esta profunda crisis emocional y existencial, niega rotundamente el éxito obtenido en Alemania, y se cuestiona absolutamente todo lo que había hecho hasta ese momento, de y desde su danza. Entre 1986 a 1989 decide quedarse en silencio corpo-oral y dejar de crear.

En 1990 y bajo la constante pregunta de saber quién es, Viera experimenta su primera muerte -metafórica como él la denomino-; se aísla totalmente durante un año y, en completa soledad, se propone deconstruir todo lo que, hasta ese momento, había aprendido. Sintiendo que su danza necesita un profundo cambio a nivel formal, entiende que su estilo está en la memoria de su infancia y de su pueblo. Se centra en la idea de sentir su cuerpo e ir extrayendo de su memoria corporal un lenguaje más suyo y más auténtico. Gracias a ese trabajo, crea el recital Viaje a la memoria festiva (con los personajes La Camisona y El Prioste). Pero, sobre todo, empieza a entender aquella dualidad mestiza presente en su identidad, en su cuerpo y en su danza.

El Prioste es otra cosa, porque en cambio El Prioste me mete en el viacrucis del indio; que ha sido muy doloroso para mí. Entonces yo pude sacar todo ese dolor del indígena que estaba en mí. El Prioste y La Camisona me abrieron la puerta a lo que yo soy ahora. Puedo tener el gusto de decir que me muevo, compongo y bailo desde mi ser. No soy más un bailarín formado en México, un coreógrafo formado más o menos en México; eso está incorporado. A partir de estos descubrimientos creo una de mis técnicas de composición coreográfica. Este fue un viaje larguísimo (Viera 2016a, entrevista personal).

Entre los años de 1990 a 1994, Viera vive su segunda muerte ‘metafórica’ la cual viene acompañada del desamor, la tristeza y el alcoholismo. Durante este proceso de búsqueda y sufrimiento interno, surge una resurrección personal y a la vez dancística. Al buscar entre las memorias aún más antiguas que las de su pueblo, recuerda a su madre y a su infancia. En esa búsqueda de auto-curación decide volver al vientre materno como un acto de renacimiento. Ese proceso de remembranza, lo conecta con la creación de su obra La Anfisbena (1996); estilo que denomina danza esperpéntica: una danza del submundo, de la calle, de los prostíbulos y la embriaguez.

La transición de la danza festiva (memoria de su infancia y de su pueblo) a la danza esperpéntica (memoria del dolor y la desesperanza), devino en una danza de lo urbano (memoria de lo inmediato y cotidiano). Esta etapa dancística tiene relación con su morada en el barrio de la Mariscal en Quito.

En 2005, decide dejar el Frente de Danza Independiente y forma su primer grupo profesional de danza independiente El Arrebato, con el que crea obras como Vista de Ojos y La Última Es-cena. A partir de estas obras y de la construcción de su agrupación de bailarines profesionales logra formalizar gran parte de su trabajo, creando y definiendo un sinnúmero de metodologías de enseñanza y autoaprendizaje. La danza de la cotidianidad, Las acciones vaciadas y La danza imperceptible son las herramientas que trabaja en clase y que llevan el imperativo de transmitir formas y principios para crear con y desde el cuerpo. Viera aclaró que estas metodologías aún no están escritas, pero todos sus alumnos y alumnas las llevan en el cuerpo y la memoria (Viera 2016a, entrevista personal).

En el 2005 formo El Arrebato, que dura hasta el 2007, uno de los mejores grupos que he tenido en Quito; hice cosas magnificas, muy afortunadas, pero claro, en el 2007 yo ya no tenía para comer. (…) entonces en el 2007 voy donde Rubén Guarderas a pedirle trabajo. Estoy hablando de otra muerte [la tercera]: la mía, la decepción y la desilusión de darme cuenta de que la utopía que ocupó toda mi vida, la danza ecuatoriana, era una ficción; yo era el único que creía en eso de vivir juntos, de colaborarnos, de darnos la mano. «Imagínate», desde esa utopía, mía, resulta que voy al emporio de la danza oficial, de la danza del estado, el BEC, a trabajar con bailarines profesionales, obviamente a un máximo nivel (Mora 2015b, 18).

Desafiando al mundo y a sus leyes, creando siempre líneas de fuga al poder, Viera comienza a trabajar como coreógrafo y maestro en el Ballet Contemporáneo de Cámara elenco del Ballet Nacional de Ecuador. Labor que realizó por tres años y tiempo en el que crea el Taller de Experimentación Coreográfica (que está vigente desde el 2010 hasta el presente año 2025 y que en este último año se llama Taller Permanente de Investigación Coreográfica - TPIE), el cual es un espacio de contradicciones, constantes rebeldías y espacio de negación a la institucionalidad. En estos últimos quince años y con el Taller Permanente de Investigación Coreográfica, ha realizado obras como: Amarrando a los caballos de Isabela Católica, La Patria de en Medio, El Niño del Floripondio, Proyecto “Danzas Heredadas” con las obras: Paso de mano, Anfisbena, El Brujo y las Vendas, En la vida como en la muerte el agua, Espacio me has vencido y Angelote: Amor mío.

Con una vida llena de muertes y de constantes renacimientos, Viera menciona como una de sus principales enseñanzas –que ha manera de metáfora dejan incluso mensaje para todos los aspectos de la vida–: la idea de practicar danza de manera honesta, sincera y sin pretender nada. “Hay que despojarse de todas las vanidades y expectativas, porque solo despojándose de todo lo aprendido, se puede ser uno mismo, y desnudos se puede enfrentar a la muerte y a la vida” (Viera 2016b, entrevista personal). Durante estas cuatro décadas de constante investigación, entrega a la enseñanza y a la creación; Viera, ha creado propuestas coreográficas y metodologías de enseñanza desde sus más profundos sentires.

La danza, los repertorios y metodologías desarrolladas por Viera son el resultado de profundos viajes a su memoria, por lo que considera que su experiencia escénica es parte de su vida, escomo un archivo corpóreo: “yo manejo un repertorio […] que se ha vuelto como la biografía de mi vida. Esta El prioste (1990), que lo sigo bailando y lo tengo en el cuerpo, sigo manteniendo, Las vendas, obra nacida del cuento de Raúl Pérez Torres, cuya primera versión la hice en el 84. Tengo La Anfisbena, que la sigo bailando también; y quiero mantener El cuerpo escribe, que es una de las danzas que estrene creo que en el 2011; así que tengo un repertorio chiquito pero que para mí es muy significativo” (Mora 2015b, 20).

Y es así que, a partir del 2010 se crea en este mismo espacio, el Taller de Experimentación Coreográfica, que tiene como objetivo la exploración y búsqueda de un lenguaje propio de movimiento. Con la convicción de transmitir sus aprendizajes y conocimientos e inspirado en el cuento La agonía de Rasu Ñiti del peruano José María Arguedas, lleva a cabo el proyecto de las Danzas Heredas dentro del Taller de Experimentación Coreográfica, junto a Fabián Barba y Edgar Freire.

Como resultado de ese proceso creativo se estrenó la obra Paso de mano o Las (otras) sombras en el espejo: Con Fabián y Édgar creamos el anterior año, El Paso de mano, que es el acto en el cual yo entrego mis prendas y mis atributos a mis dos discípulos. En esta obra mi personaje es La Camisona y entrega a sus discípulos, que son como monjes, la máscara, las piernas, la sonaja, el rebozo. Pero cuando ya estoy muerto, ellos se reparten mi corazón, sacan el diafragma, el cerebro, todo, recuerda Viera, quien responde a la pregunta de: “¿Y cuándo ya se han llevado todo, ¿qué quedará de Kléver?”, y él responde: “Quedan ellos, eternamente bailando, sin cesar” (Rivera 2016). Esta obra y el proyecto de las Danzas Heredadas tienen el doble propósito de compartir (traspasar) el estilo, los movimientos y las metodologías creadas por Viera con otros cuerpos y, simultáneamente, busca recuperar sus danzas para volverlas parte de un nuevo repertorio. Estas representan el gesto supremo de enseñar, es el modo de entrega de sus memorias, de sus danzas y movimientos. En segundo lugar, enseña, tanto a alumnos como espectadores a construir conocimientos desde la negación de lo aprendido:

Lo que te estoy enseñando es que cortes la cabeza a tu maestro, encuentras un maestro córtale la cabeza, cuestiónale –aprende a aprender negando-. Por ejemplo, esa es la actitud que yo digo de negar –yo todo lo niego, el mismo acto de hacer las sombras en el espejo es un acto de negarme a mí mismo–. O sea, cuando yo digo este es un cuerpo que está muerto, es negarme; entonces que estoy haciendo yo con mi archivo, yo a mi archivo lo quiero quemar, yo quiero evacuarlo ¡pero no puedo! Entonces yo me niego a mí mismo como maestro, y les digo córtenme la cabeza, ¡pendejos! (Viera 2016b, entrevista personal).

Recibir sus obras, sus movimientos, es recibir su danza directamente de su mano. Además, es incorporar una danza que está viva y en constante creación. Kléver Viera no tiene ningún bien suntuario e hijos a quienes heredarlos; lo único que le queda para entregar son sus danzas y sus movimientos, sus hijos e hijas son los alumnos y alumnas que asisten diariamente a sus clases, quienes serán, en un futuro, los encargados de transmitir su danzas y metodologías.

Desde que se jubiló y salió del BEC, su etapa de creación creció y se fortificó sin tener una sala donde trabajar. Estos últimos seis años realizó una gran gira con Espacio Me Has Vencido y durante la pandemia junto a sus alumnos creó Angelote. Amor mío. Estas dos obras merecedoras de varios reconocimientos le dieron años llenos de alegrías, gratitud y muchos saberes.

Sin embargo, a pesar de que esta historia suena hermosa y tan comprometida, es difícil dejar de mencionar todas las dificultades que vivió él y que muchísimas personas que han hecho del arte su oficio y manera de subsistencia lo viven actualmente. Con una jubilación precaria que no representaba ni en un mínimo de todo el legado que él nos deja: una danza prolija, un método autentico de enseñanza y conocimiento, y cientos de aprendices que ahora llevan este su arte en su movimiento.

Sin acceso a una jubilación justa ni a un sistema de salud coherente para aplacar sus dolencias, el 27 de abril de 2025, nuestro querido Klever dejó este plano terrenal. Pero como  se ha mencionado en todos los post, redes, mensajes y cadenas de sus amigos, hijos y alumnos,

‘tu danza vive en mí, querido y amado Klever’.

Sus restos fueron velados el lunes 27 y martes 28 de abril en la Catedral de Latacunga. Y el jueves 1 de mayo a las 14:00, en Plaza República (frente a la Prefectura), nos juntaremos sus amigos y caminaremos junto a sus cenizas hacia el Teatro Prometeo. El sábado 3 de mayo sus cenizas serán entregadas al viento en los lliniza  

OTRAS MIRADAS. Fundación Cultural Armonía,  una muestra a compartir | Johana Jara Velasquez

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