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Fiesta escénica de Quito: Voluntad, arte y convivio. | Rei Castaneda

Foto. Ana Lucía Zapata y Tian López. FNTS

Fiesta escénica de Quito: Voluntad, arte y convivio. | Rei Castaneda

El teatro nos hace mejores; parece esta una frase cliché, una verdad de Perogrullo; sin embargo, detrás de esta afirmación aguarda una sabiduría irrefutable: aquella que concibe el teatro como un espacio colectivo para entender, debatir y celebrar nuestras inquietudes y victorias. El hecho de expresar dramáticamente, problemáticas y visiones en torno a la vida contemporánea, además de provocar la reflexión y el diálogo, cual mecanismos de conciliación y movilización del pensamiento, es suficiente para considerar el teatro como un arte que aboga por la mejoría y la evolución social.

Gusanos de metal, hombre de papel. Colectivo Inalámbricos (Cuenca, Ecuador)

Quizás estas premisas son también defendidas por Gabriela Ponce y Anabell López, representantes de la Fundación Nacional Teatro Sucre, y máximas organizadoras y responsables del evento teatral más significativo con el que cuenta la capital del Ecuador: la Fiesta Escénica; jolgorio que estuvo alegrando la ciudad del 12 al 29 de junio. Y es que, en un país que se torna inseguro debido al crecimiento de la violencia o donde han disminuido los recursos destinados al desarrollo cultural, se hace necesario un evento que promueva y deje en alto la importancia del arte para una nación. El teatro como agente generador de sensibilidad, como instrumento para cuestionar y repensarse actitudes individuales y colectivas, como vehículo para construir un imaginario capaz de afectar a todos y suscitar alivio y mejoría.

Taller con Lorena Vega. Foto Teatro Frenia

La voluntad de Gabriela y Anabell, junto a la de su equipo, posibilitaron un festival que se lució desde la curaduría, la programación y la alternancia de propuestas que le confirieron a la Fiesta Escénica un carácter completo e integrador. Realizaciones y performances, encuentros con los creadores, talleres y residencias, clases magistrales, muestras de acciones comunitarias, ventas de libros especializados, entrevistas y encuestas para que el público pudiera expresarse; y al finalizar la noche, un descuento en la cervecería de la Plaza del Teatro; así pudieron generarse charlas polémicas y amenas que tuvieron como tema central, el festival, su impacto positivo en la ciudad y en los habitantes más teatreros de la misma.

Taller con Lorena Vega. Foto cortesía de Teatro Frenia

Aún queda mucho por hacer, para que no solo asista al teatro un público practicante del arte de las tablas, sino que las salas se inunden de todo tipo de espectadores; otras gentes, otras ansias, otros dolores y otros sueños. En este sentido la Fiesta Escénica sigue siendo una carta imprescindible para la ciudad. Por medio de ella el teatro se toma plazas y comunidades, trabaja en la formación y educación de públicos, se prioriza una cartelera variada que acoja a niños, adultos, jóvenes y adolescentes.

Vampir de Manuela infante (Chile)

Otra de las razones para estar agradecidos por el acontecimiento que representa esta fiesta del teatro, es la oportunidad de presenciar investigaciones y poéticas que se inscriben dentro de lo contemporáneo y renovador. Los que asistimos este junio al Sucre, al Variedades, al Patio de Comedias, al Teatro México o a la Facultad de Artes de la Universidad Central, pudimos apreciar múltiples obras que proponen una manera diferente de hacer y pensar la escena. Entre ellas destacan Vampir, de Manuela Infante; extenso discurso posthumanista que critica y satiriza la indolencia de empresas energéticas ante la muerte de murciélagos en Chile, por causa de los campos eólicos. Infante crea un ecosistema teatral en el que los murceguillos son los protagonistas, y si toman, una que otra vez, actitudes humanas, le sirve para denotar que también las personas podemos ser víctimas de los grandes consorcios que pudieran arrasar con nosotros, cuando les conviniese. Su escena es particular porque se compone de varios recursos que se orquestan artesanal y milimétricamente creando un corpus expresivo lleno de precisión, aunque abierto a un sin número de significados posibles. Forman parte de este juego, la musicalidad, el ritmo cuidadoso y la limpieza al ejecutar las acciones, los acentos sonoros en las voces de los intérpretes, los tempos perfectos en las partituras al operar con objetos y las entradas y salidas exactas de las luces y las proyecciones. Vampir pareciera una sinfonía dramática que nos convida a mirar más allá de nuestras narices, que nos estimula a observar y comprender la naturaleza desde una perspectiva diferente; en la que los humanos no necesariamente tendríamos que ser el centro. 

Habitación Macbeth, Pompeyo Audivert. Foto Ana Lucía Zapata FNTS

Habitación Macbeth, resultado de Pompeyo Audivert, es otra de las piezas que sobresale por lo eficaz y auténtico de su concepción. El actor argentino explora dentro de la extracotidianidad y lleva su partitura al extremo de sus posibilidades físicas. También escudriña en las zonas más enrarecidas de su voz, las cuales les sirven, junto a la extrañada fisicalidad, para presentar personajes monstruosos. Igualmente es curiosa en Pompeyo, la narratividad, desde la cual refiere, al clásico relato shakesperiano.  Pompeyo crea una dramaturgia espectacular que descansa en la interpretación, y lleva a la misma a lugares de riesgo, que el actor transita con sorprendente pericia. Y es que Audivert asume todos los personajes de Macbeth logrando caracterizaciones que se distancian unas de otras. A la vez, redimensiona el texto del genio inglés, al realizar una enunciación que se vuelve metateatral, pues se construye desde el juego con los modos de decir, accionar y sentir

Sergio Blanco llegó desde París con el objetivo de compartir su último trabajo de autoficción: Memento Mori; conferencia escénica acerca de la muerte, su misticismo y su presencia contundente en la vida de los seres vivos. El montaje es sobrio y exquisito; sostenido por el diseño de vestuario, la dramaturgia creada por la selección de fotos mostradas en una pantalla grande en el fondo de la escena, la escenografía y utilería empleadas por Blanco en la que cada objeto parece contener una memoria, una carga de experiencias que se resiste a la muerte devastadora e implacable. Cada uno de estos elementos funcionan con eficacia, el director uruguayo los idea para que se vean sencillos, para que apenas llamen la atención; sin embargo, tras este laconismo aparente yace un espesor de significaciones y sensorialidades encargadas de realzar lo que más le interesa a Sergio: la palabra y su potencialidad para evocar emoción y despertar caos y equilibrio a la vez.

La autoficción le sirve a Blanco como ejercicio de autorreconocimiento, por medio de este género el autor, intérprete y director, ensaya posibles alternativas en las que pudiese manifestarse su vida. Sergio plantea varias situaciones en las que combina episodios reales de su existencia con creaciones ilusorias, de esta mezcla nacen nuevos Sergios, nuevas aristas de su personalidad que afloran al fabular contextos y tensiones jamás vividas por él. Todo es como un experimento que revisita el principio stanislavskiano del Sí Mágico; qué haría yo, qué diría yo, si me encontrase en medio tal ambiente. Además, se explora con la noción del tiempo pues se analiza lo ocurrido en el pasado, se vislumbra como puede tornarse el futuro y el presente termina siendo el espacio desde el que se sentencia y definen los puntos de vista y las conclusiones de lo que pasó, de lo que podría pasar; y de como debemos entender el mundo ahora.

Expongo apenas tres ejemplos de lo que pudimos disfrutar en la Fiesta Escénica. Y nótese que al hablar de ellos menciono las procedencias geográficas, desde donde fueron gestados. Vale enfatizar entonces, que el festival se ocupó de traer a Quito artistas de diferentes latitudes, facilitando así una muestra intercultural que se nutrió de los saberes y las maneras de realizar teatro, que hoy suceden en varios puntos del planeta. Retroalimentación devuelta por los artistas del Ecuador, porque la Fiesta contó con muchos de ellos para que expusieran sus búsquedas y resultados creativos.

¡ Escucha, ángel medio muerto, soy semejante a ti !. Foto Ana Lucía Zapata FNTS

No puedo dejar de escribir sin antes abordar uno de los momentos más hermosos y enriquecedores que tuvo esta celebración quiteña. Me refiero a la participación de Emilio García Wehbi, a su intervención dentro del programa de charlas y a su presentación en el teatro México, con el performance.  ¡ Escucha, ángel medio muerto, soy semejante a ti ;  co-dirigido por Maricel Álvarez.  

¡ Escucha, ángel medio muerto, soy semejante a ti !. Foto Ana Lucía Zapata FNTS

Lo que más destaco de Wehbi es su modestia y jovialidad. Verlo y escucharlo fue recibir lecciones de ética sobre el teatro. El laureado director argentino expuso su sapiencia en torno al arte de la escena. Sin imposiciones, ni criterios reduccionistas, compartió con los participantes, sus principios, concepciones, fórmulas y consejos para enfrentar la creación. Su acervo y campo referencial es inmenso. La tarde en que habló para nosotros, escuchamos lo que ha aprendido de Barthes, Nietzsche, Deleuze y Guattari, Artaud y un sinfín de maestros que han investigado sobre el arte, su función y propósito. Lo mejor de todo esto es que puede constatarse en su obra. Casi una hora, tuvimos la suerte de ver, imágenes de sus espectáculos. Comprobamos como se ha ido formando su poética y como se ha transformado según se moldea su perspectiva respecto a la realidad que lo circunda. Wehbi nos convida a estudiar, a construir y deconstruir la escena miles de veces; pero su grandeza radica en apostar por su intuición, en recordarnos que somos únicos en el universo, y que, por lo tanto, el teatro que hagamos; si nace de la autenticidad que nos pertenece, podrá ser exitoso y perspicaz.

¡ Escucha, ángel medio muerto, soy semejante a ti !. Foto Ana Lucía Zapata FNTS

Acompañado de la actriz argentina Maricel Álvarez, el fundador del Teatro Periférico de Objetos, lideró un taller sobre creación y producción artística. Los resultados de esta experiencia se mostraron en el acogedor Teatro México el sábado 28 de junio y el domingo 29; fin de semana en el que culminó la Fiesta Escénica. Un performance fue el fruto de las horas trabajadas. Los protagonistas fueron los propios participantes del taller, en su mayoría artistas ecuatorianos. Lo más llamativo de las presentaciones fue la hibridación de lenguajes en pos de conseguir una traducción escénica que dialogara acerca de la temática escogida: el sueño, como espacio psicofísico y arquitectura íntima para la expresión del yo.

¡ Escucha, ángel medio muerto, soy semejante a ti !. Foto Ana Lucía Zapata FNTS

 El hecho de que el espectador pudiera estar sobre la escena, asistiendo y escuchando las historias personales de los performers, quienes dormían en la primera parte de la experiencia; el escuchar también el texto leído por Emilio García, cual manifiesto o sueño compartido, en el que se planteaba una lógica y construcción de la realidad diferentes; la coreografía y sus muchísimas microzonas, todas sucediendo al unísono; la película proyectada y la peculiaridad de sus fotogramas; hicieron posible la creación de una compleja urdimbre, emblema de como funciona el teatro en la contemporaneidad y de como deben transformarse nuestros modos de apreciarlo y definirlo. El teatro hoy rebasa su antigua condición lúdrica, didáctica y de entretenimiento para inscribirse en un acontecimiento vivencial, procesual y abstracto.

Sentir (se) (Ecuador)

Intentar recoger en pocas páginas la trascendencia de un fenómeno, en este caso del festival teatral de Quito, es una tarea titánica y prácticamente utópica. Aún así he hecho lo posible por devolver mis impresiones, por aportar mi grano de maíz en la construcción de un proceso tan complejo, como es: hacer vivir el teatro en medio de una ciudad que todavía no reconoce la importancia de este arte. Muchos espectáculos y acciones se quedan sin ser referidos; no obstante, es esencial aclarar que ellos también le dieron lustre a la Fiesta Escénica. Dígase Imprenteros, Testosterona, Carnavalazo Hamlet o Tiempo Óseo.

El sol seguirá subiendo, la sombra se irá corriendo, poco después volverá la tarde. Pez dorado (Ecuador)

Más fiestas escénicas vendrán y podremos seguir festejando que existe teatro en Quito. Por lo pronto agradezcamos a la Fundación Nacional Teatro Sucre y a su ímpetu por querer que la ciudad conviva con el arte. Por hacer de Quito un lugar para el diálogo, el pensamiento y la celebración.

 Rei Castaneda (La Habana, 1986) Licenciado en Arte Teatral en la Universidad de las Artes (I.S.A) se ha desempeñado como director escénico, realizador audiovisual, crítico teatral.

¿Y ahora quién me abraza? | Pablo Roldán

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