Fragmentos de Junio 2025: acuerpar la danza hasta el más allá de lo (im)posible I Noel Bonilla-Chongo, desde La Habana
“El artista escénico pone el cuerpo donde encuentra fisuras…”
María Sánchez Portillo y Alberto Lomnitz
Siendo legal con mis modos de ser, corresponde, en principio, agradecer la generosidad convocante de Jorge Parra y de su equipo de trabajo. A él me unen, por más de veinte años, afectos construidos a lo largo de nuestros cuerpos/tiempos cómplices y danzantes en la gestión cultural y docente. Tiempo para ir entretejiendo, alrededor de buenas causas comunes, nuevos vínculos con sus colaboradores, el talentoso Mario Suárez y la pléyade de damas potentes que los han acompañado. Luego entonces, devolver mi rol agregado en estos días recién transcurridos durante la edición XXIII del Encuentro Internacional de Danza Fragmentos de Junio, Guayaquil Zona de Danza 2025.
“Acuerpar la danza hasta el más allá de lo (im)posible”, se me adviene como nexo de acción que uniría la amplia y diversa programación del Encuentro. Residencias de creación, talleres y clases maestras, laboratorios de entrenamientos sobre técnicas de la danza, fórums profesionales (nótese la realización del primer Mercado Internacional de Danza y el encuentro de programadores, orientado a promover la danza ecuatoriana por el mundo junto al lanzamiento de la Red Numal), la proyección y debate de la película suiza HITL 2.0 – Human in the loop, de Nicole Seiler; los flashmobs en espacios públicos, el concurso nacional de jóvenes coreógrafos, las muestras de videodanza, la presentación de publicaciones (Isabel Bustos: danzándote Habana, libro de la editorial cubana Boloña consagrado a la obra de la coreógrafa ecuatoriana, radicada en Cuba), el KikiBall a Todo Ball a cargo de la Comunidad Ballroom de Quito, y una muy variada muestra artística desde el protector espacio de la casona de Teatro Zona Escena.
Y en ese tejido multiforme, mezclado, diverso, el cuerpo danzante como inequívoco subterfugio de lo que la danza produce en la construcción del tejido sociocultural de sus gentes y contextos: el cuerpo como primerísima instancia de relación con los otros. Cuerpos en juego, cuerpos en acción, cuerpos dóciles, cuerpos erosionados, cuerpos plurales, cuerpos que importan, cuerpos que duelen, cuerpos que gozan y tantos más cuerpos. El cuerpo como territorio mayor de expresión, de creación y performance necesaria para reconocernos distintas y distintos, pero, a la vez, ofreciendo la opción de reconocernos como equivalentes, iguales, afines, en nuestras ocupaciones, derechos, deberes y encomiendas poéticas. Alguna vez leí a François Gantheret, en sus apostillas sobre el estatus del cuerpo en el psicoanálisis, referir que el cuerpo es algo que no se comprueba, sino que se construye es vehicular. Testigo fuimos del poder generativo y trasformador del cuerpo poético que una y otra vez se re-construyó mientras transcurrían las jornadas de este cargado Fragmentos de Junio 2025.
La XIII edición del Encuentro, con el decisivo apoyo de IBERESCENA en su colaboración a proyectos artísticos, en este 2025 dedicado a las Artes Escénicas, permitió disponer de una agenda eficaz para intercambios presenciales y virtuales entre creadoras y creadores ecuatorianos e internacionales. Tiempo oportuno para recapitular cómo se ha labrado el camino desde aquellos tiempos azarosos y de apuestas iniciales en 1993 para hacer de Guayaquil un levante hacia la danza profesional; en ese sentido se recordaron anécdotas, momentos, nombres imprescindibles (algunos aun muy activos dentro del movimiento dancístico de la ciudad), hasta llegar a la franja decisiva que fue el año 2003. Tal como narra Jorge Parra, “decidimos que la danza necesitaba un espacio de difusión, gestión y confrontación propio, un espacio que generará discusiones, procesos críticos, intercambios de saberes y que la ciudad, también pueda ver la danza del mundo”; y con los años, la iniciativa se ha consolidado como una plataforma vital para la creación, exposición, gestión y difusión del arte en movimiento.
No renunciar, seguir pensando la danza, seguir trenzando puentes entre los múltiples modos de “presentar en presente”, los caminos recorridos junto a aquellos posibles por venir, por construir todavía. Hacer que lo poético devenga acción interpelante de la información acumulada en los tantos años de un Fragmentos de Junio que, entre cuerpo y carne, ha venido provocado la danza en Guayaquil. Así, en ocasiones sin y otra con acompañamiento colaborativo de instituciones públicas, privadas, culturales y académicas, la organización del Encuentro ha procurado desafiar el carácter efímero y fugaz de la danza en tanto permanente acción social, cultural, formativa, educativa y artística espacio-temporal, para fijar desde lo performático, el accionismo, el archivo documental, la investigación corpo-espacial, la conferencia danzada o la danza pura; zonas que pudieran retener y hacer perdurable la amplia producción de conocimientos que es capaz de proponer y generar “lo danzario” desde una concepción bien tramada, finamente urdida, inclusiva por convicción poética y no por ilusorio esnobismo.
Talmente parecería que, entre cuerpos y sus lenguajes, la expresión danzante entra y sale de sus afueras y sus adentro con soberana libertad en las proposiciones 2025 de Fragmentos. Afuera y adentro de lo propio e intrínsecamente dancístico, y lo que aparentaría no pertenecer a su supuesto universo movimental. Quizás, como a Carlos Skliar, para los organizadores del XXIII Encuentro, el lenguaje desobedece justo en el momento que los silencios asumen la duración convencional del tiempo, del gesto y del espacio conforme a la arquitectónica de lo supuestamente danzario, mientras la hora en que la perplejidad gobierna la mirada y da paso a la búsqueda de aquello que nuestras narrativas propias (venidas de tiempos y saberes ancestrales) se articulan hoy por hoy con el llamado “conocimiento reglado sobre danza”. Sí, con aquel que se expresa en palabras, cifras, fórmulas y procedimientos aprehendidos, y que pretende comunicarse de manera unívoca a través sus “modos exactos”. Ignorar el primero, aquello que Carlos Pérez Soto identifica como “la forma externa de la danza” (con la que hemos crecido y educado casi imitativamente en copy and page), no es conveniente, en la medida que tampoco sería legal, desconocer, desjerarquizar, desterritorializar, la impronta de lo propio, del antojo que orgánico emerge de la carne y pulso del cuerpo danzante.
“El lenguaje desobedece cuando ensucia la lengua con sus trampas de encantamiento y sensiblería, cuando la falsifica, cuando la infecta de glosarios impunes y de retóricas sin nadie dentro y nadie del otro lado, cuando se sobreestima en su regocijo adulto o se desprecia el lugar de su ausencia. El lenguaje desobedece cuando ya no hay qué decir…” Y créanme, aun cuando pudiera ofrecer públicos señalamientos críticos de alguna que otra propuesta que en la programación de Fragmentos de Junio 2025 no despertara mayores intereses desde mi visión y entendimiento sobre la danza y “lo danzario”, sé que “el artista escénico pone el cuerpo donde encuentra fisuras”; hecho que le otorga a cada una de las prácticas artísticas o de las piezas vistas, una legalidad poética justa de existencia. Ya es sabido, al decir “cuerpo” pensamos en la parte física de un ser, también en su apariencia, en su salud, en su quebranto y, si de danza se trata, en sus “condiciones virtuosas”. De esas nociones se derivan cercanías y distancias en la gran cartografía corpórea de tantas concepciones diseminadas. Y en esas disgregaciones o, dicho de otro modo, entre el cuerpo de naturaleza divina y el cuerpo de naturaleza física, “el cuerpo” (corpus / körper / corpo / body / ara / corps), o los cuerpos danzantes presentados, expuestos, ofrecidos, archivados, andantes, deambulantes, de esos cuerpos con duelo, etc., vistos en Fragmentos 2025, un imborrable centro de confluencias en ellos se junta.
Homes. Nathalie Elghoul. Foto cortesía
Imposible resistir la emoción, la conmoción ante el “cuerpo dolido” de la creadora en , desde el (“su”) enclave en La Fábrica Cuerpo-Espacio, en el barrio de Urdesa. Especie de site specifc donde ni siquiera la fina exquisitez impecable de su factura escenotécnica (video mapping, escenografía, sonoridad y visualidad inmersiva) pueden matizar el dolor del relato, de una fábula que junta autoreferencialidad, enviroment situacional, historias de vidas y reality noticioso concurrente. Con Homes, el concepto fundamental de la fenomenología merleau-pontiana de “cuerpo propio” es redimensionado con eficacia escénica y certidumbre dramatúrgica. Ponderar el papel del cuerpo (“Kò”) como posesión de quien nada posee, es revisar la significación de las formas específicas en las que las interacciones sociales se construyen desde el uso y significado del cuerpo inscrito en una serie de códigos corporales y sociales generados por el poder cultural, las circunstancias, la adversidad, el desplazamiento, la guerra, la muerte, el no lugar.
Hacia el final de Homes, la Nathalie bailarina, de vuelta en visión amplificada de su enunciación autoetnográfica (y no) se cuestiona qué lugar ocupa el saber corporal de bailarinas y bailadoras, de una comunidad que domina cuánto puede la tradición para ir y venir del fondo al centro, de este a sus vórtices, de adentro hacia afuera (y viceversa), en disfrute doloroso del fetiche y como conocimiento del placer corporal emergido de un gesto, un ademán, un movimiento, luego en la infinidad de cambios de su posición y espacio-tiempo danzario tradicional y contemporáneo. Parecería que, en líneas generales, la distinción empleada por Husserl entre cuerpo físico (körper) y cuerpo subjetivo (leib), hacen que el cuerpo del otro y el mío propio, se amalgamen como medio salvífico para no desconocer cómo el cuerpo humano vive en el presente del performance con toda la carga del drama que lo atraviesa y, sin llegar al paroxismo equívoco de confundirme con él, mi cuerpo espectador lo vive en presente, in situ y tiembla.
El vuelo de la iguana. Talía Falconi. Foto cortesía
Admirar cómo la corporeidad dúctil y precisa de la bailarina y coreógrafa Talía Falconi, de la compañía Ella y el Otro (Francia-Ecuador) en El vuelo de la iguana projet, logra trazar una armazón condensada y a ratos escurridiza, entre espacio escénico, música ejecutada en vivo, pericia corporal variable, segmentación de la acción, etc., todo ello en sintonía con el efecto visual de pegatinas de líneas cromáticas que dividen el suelo, la aparición súbita de un grupo de jóvenes bailarinas que, en unísono, parecen emerger de un chorus trágico o chinesco (por momentos se desplazaban sin levantar del piso sus pies de loto), la noción creciente de cuerpo protésico extendido con vestimentas y accesorios. Talía se mueve muy bien, domina el flujo y la fragmentación de las partes de su cuerpo con gran armonía, organicidad, como si fuera de una materia otra; ahí radica uno de sus positivos atractivos como bailarina que puede asumir los reperorios más diversos. Quizás como reptil que muda la piel y va dejando el rastro de una forma extraña de experimentar el tiempo, el sonido, el color, la textura de una ausencia/presencia real o soñada, se me antoja que en El vuelo de la iguana, más siendo un proyecto (transformable, editable, reacomodable), el tiempo y la propia temporalidad de los hechos no aluden al hoy, ni al ayer, ni siquiera a un mañana otro. Talvez corresponde a un tiempo/espacio sin ellos, sin frisos que lo contengan o restrinjan. Entre la sonoridad casi cotidiana, la calidad de presencia de las bailarinas “coristas”, la cualidad movimental de Falconi en esa suerte de cuerpo desinflado, atomizado, el projet puede mudar hacia una concentración más específica de los hechos, de esa reminisencia a Trisha Brown en su acumulación progresiva de movimientos; seguro que Ella y el Otro sabrán hacerlo de manera resuelta.
Del trecho al hecho.Apariciones instantáneas Colectivo Talvez. Foto cortesía
Ya antes me había encontrado con Marcela Correa, coincidimos en un Fragmentos de Junio anterior y en Manta por la Danza; alguna vez mantuvimos intercambios webs sistemáticos, ella desde su profesorado en la Universidad San Francisco de Quito y yo desde mi rol en la Facultad de Danza en el ISA habanero. Desde el primer momento conectamos, había algo del valor del improntum que para ambos es ensencial en la improvisación, en el actuar de un cuerpo que vive el momento actual de su ser expresivo presente. Ahora, junto a una inquieta tropa de bailarinas y bailarines de su grupo Tal Vez la vimos en Del trecho al hecho: apariciones instantáneas. Una especie de performance callejero, de site specific movedizo, de improvisación pautada; lo cierto es que, más allá de algún posible modo apropiado para identificar “la tipología” de la práctica artística de Tal Vez entre la Plaza de los Teatros y las calles aledañas, se hace evidente uno de los dispositivos que caracteriza el actuar coreográfico de Marcela: el valor operativo de “sentir el momento”, en tanto móvil que surge de adentro, de lo profundo, de la impresión del acto sentido; donde existe como ella misma anota “un punto de contacto con la línea de movimiento auténtico”. Entonces, ¿cómo enunciar formal y contenidista los movimientos, las acciones que vienen instantáneas? La interpretación limítrofe con el teatro gestual, la expresión corporal, el mimo, la acrobacia, el clown, van signando “lo danzario” en la propuesta. Obvio, zona peligrosamente delicada para no caer en lo excesivamente técnico, ni en lo en demasía espontáneo o aparentemente superficial. Si hiciéramos una descripción objetiva de lo ocurrido, no hay engaño, los trechos recorridos produjeron hechos donde la aparición instantánea de adaptadores, ilustradores, comodines, supieron lidear (¿bailar acaso?) con lo imprevisto, lo casual, lo azaroso, la calle, el tráfico vial, los caminantes, los espacios. Quizás por ello, con Tal Vez se vuelve difícil el tema de la conservación de los repertorios. Asunto medular que sustenta hoy por hoy los sentidos de la transmisión de la danza como investigación/creación.
Mis danzas, mi territorio. Mailyn Castillo. Foto cortesía
Y sería justamente desde esta perspectiva (investigación/creación) que la conferencia danzada , proposición dual de la bailarina cubana Mailyn Castillo y mía, se presenta a modo de ex–puesta que recorre principales roles encarnados por el-ser-bailarina de Mailyn en sus treinta años de carrera artística. ¿Cómo revisitar hechos, actuaciones, personajes, piezas icónicas de la danza contemporánea cubana bailadas por ella, fuera de la vaga anécdota, del souvenir del registro videográfico, la documentación visual y sus consustanciales reacomodos? ¿Cómo el cuerpo en juego se reinventa en su acto de metamorfosis? ¿Cómo las narrativas siguen siendo utopías, derivas, afirmaciones, olvidos, pasatiempos elocuentes de lo vivido en primera persona al estructurar un archivo de danza, al desnaturalizar el vector cuerpo-archivo de la bailarina? ¿Hasta dónde un acto performático “pasado” es capaz de movilizar el “presente” de un cuerpo-sujeto-objeto del territorio escénico que ahora lo acoge? ¿Cómo tramar, escribir, conferenciar sobre una práctica performática archivada, documentada, digitotecada, al tiempo que se cuestiona los límites de la comunicación y su alcance como arte vivo que abre otras (¿nuevas?) posibilidades de colaboración? Mis danzas, mi territorio, se adentra en distintas formas de expresión que materializan la construcción de presencia a través del lenguaje del cuerpo de Mailyn.
Para dar forma visible a sus vivencias, el cuerpo-archivo de la bailarina recurre a ciertas herramientas técnicas que le permiten re-encarnar el lenguaje corporal a partir de su propia memoria, identidad y revisitación documental. El cuerpo-archivo como instancia de carne que resignifica en tiempo presente lo que él ha acumulado. Se pudiera sospechar que durante el proceso de investigación/creación, la conferencia danzada fue encontrando la mesura expresiva entre “práctica y teoría”, conocer distintos aspectos creativos desde donde resurgiría el lenguaje corporal y a los que puede conducir la actual performance.
Véase cómo, en las cuatro propuestas referidas, sea cual fuera la naturaleza tipológica de su ser-en-danza, el cuerpo se constituye como la posibilidad de toda experiencia de objetos y, a su vez, se torna “objeto” de reflexión. Exactamente, el que sea cláusula de múltiple posibilidad de experiencia imposibilita que sea un objeto “completamente constituido” (condición defendida por los conocimientos reglados sobre danza). Con todo y más, desde la amplia agenda de acciones extensivas y convocantes de Fragmentos de Junio 2025, el hecho de abrazar de manera equitativa las actividades programadas, en ese duple signo de mostrar el cuerpo como objeto y como entraña de infinitos modos de experiencia del mundo, nos acerca a la visión fenomenológica de Merleau-Ponty en su afán de la revalorización del cuerpo: “el hombre es, ante todo, un ser corporal, una conciencia encarnada, y por esta presencia corporal es que es-al-mundo”.
Aurunca. Elías Aguirre. Foto cortesía
Al término de estas notas me perdía asistir a otras propuestas contenidas en la agenda de Fragmentos de Junio 2025, lamento no haber podido apresar en su totalidad el amplio diapasón de grafías y modos de escribir para el espacio escénico y los encuentros con los públicos. Las meditadas dinámicas metodológicas de la compañía española Explica Dansa en sus conferencias danzadas sobre historia de la danza; el manejo lúdico muy peculiar y atinado de la danza que bien sabe hacer David Guasgua, ecuatoriano radicado en Francia; los modos de compartir los saberes pedagógicos y formativos de la maestra ecuatoriana María Rosalba Pérez y del bailarín ecuatoriano-mexicano Javier Pérez; reencontrarme después de tanto tiempo con las poéticas del movimiento de Omar Aguirre en su propuesta Amor en protesta; conocer el quehacer de la compañía madrileña de Elías Aguirre y su pieza Aurunca. De igual modo, me hubiese encantado seguir encontrándome con dos compañías que hacen del hoy de la danza iberoamericana un focus de atención solvente, la colombiana Cortocinesis (en esta ocasión con la obra Volátil) y Reactor Antígona, con coreografía de Marianela Boán, creadora cubana universal radicada en República Dominicana.
Reactor Antígona. coreografía de Marianela Boán. Foto cortesía
A simple vista, incluso sin conocer los pormenores del balance final que Jorge Parra y su leal eficiente equipo de trabajo puedan publicitar de la edición XXIII del Encuentro, hoy Fragmentos de Junio se parece mucho a la ciudad que lo cobija, a la gente que lo sigue, al público que se ha venido formando a través de las jornadas del festival. Hoy Fragmentos es parte de lo que puede significar la gestión pública y las iniciativas privadas asociadas al arte y a la cultura como crecimiento de una urbe que tiene en la danza un modus operandi para zigzaguear las violencias, los dolores, las quejas y, también, para enaltecer los sueños, las utopías. Junio 2025 para revisitar la Universidad de las Artes y advertir cómo ha dejado de ser un proyecto soñador para transformarse en contundente realidad en la generación y acompañamiento de sólidas proyecciones, no solo el que cambiara al edificio de la Manzana 14 en un pivot para la enseñanza y promoción de las artes, sino para el fértil convivio ciudadano.
Gracias nuevamente a los organizadores por no olvidar que la danza, como acto fugaz del aquí y ahora movimental, se hace perdurable en el momento agudo de su suceder, aun cuando su pretendida desaparición se parece más a la innovación que a la consumación. Una vez que se vive, se desprenden hilos infinitos de imaginarios, sensaciones y pensamientos incontables, tan variados como espectadores y danzantes, tan desiguales como obras, prácticas y propuestas, tan divergentes como criterios y apreciaciones; pero aun así, en ese tejido multiforme, mezclado, diverso, al decir de Jean-Luc Nancy, “el cuerpo puede volverse hablante, pensante, soñante, imaginante. Todo el tiempo siente algo. Siente todo lo que es corporal. Siente las pieles y las piedras, los metales, las hierbas, las aguas y las llamas. No para de sentir”, pues sencillamente estará siempre presto para acuerpar la danza hasta el más allá de lo (im)posible.
Referencias:
- Díaz Romero, P. (2019). “Consideraciones críticas de la noción de cuerpo propio”. Ideas y Valores, 68 (170), 187-203.
- Nancy, Jean-Luc. (2006). 58 Indicios sobre el cuerpo. Extensión del alma. Ediciones La Cebra, 8.
- Mora Toral, G. (2015). Diálogos que trazan la historia de la Danza moderna y contemporánea del Ecuador. Tomo II, El Apuntador, 88-91.
- Sánchez Portillo, M y Lomnitz, A (2021). “Poner el cuerpo”, NEXOS, 17.21.