La mala noche: víctimas contra villanos / Juan Manuel Granja
La mala noche: víctimas contra villanos
Prostitución, esclavitud sexual, secuestro de niñas, extorsión, adicción, asesinato… La mala nochees una película con objetivos claros: denunciar la trata de mujeres, hacernos ver que forma parte del crimen organizado, que se trata de una actividad execrable, que debemos denunciarla a toda costa y evitar la complicidad. El filme nos dice que existen cosas importantes que el cine es capaz de decir y quizá sea mejor decirlas de la forma más evidente. Es con arreglo a dicha finalidad que la historia de una prostituta colombiana, acosada por las deudas, la violencia y la separación de su hija, privilegia la construcción de escenas de suspenso por encima de la posible complejidad de los personajes (y, por ende, de un suspenso aún mayor). El largometraje sacrifica posibilidades formales más arriesgadas, dada la violencia de su temática, para optar por modos convencionales de la narración y sobre todo de la caracterización dentro de las ficciones de asunto criminal.
En concreto, un detalle que atraviesa la cinta y la inclina hacia un maniqueísmo ya explotado en varios registros del arte reformista es que el “malo” de la película es solo eso: un malo sin ningún matiz, no le es dado ni siquiera tener la ambigüedad de un monstruo, pues la monstruosidad exige otra cosa que la mera reprensión moral del personaje. Es más, este abordaje puede dar pie al seguimiento de una lista de verificación con un grupo de elementos intuidos por la sola mención de su temática. Protagonista condenado por su condición social, como en una novela picaresca (sí), un grupo de criminales de una maldad opaca, impenetrable (sí), otro personaje bondadoso capaz de arriesgarse por la víctima (sí), un personaje creado para ser exhibido por su sola vulnerabilidad, en este caso una niña (sí)… Y, sin embargo, la energía y empeño involucrados en la realización de La mala noche saltan a la vista. Además de la destreza técnica y el esfuerzo plasmado en el trabajo con actores no usuales para el cine nacional, hay un trabajo estratégico y creativo en el uso de locaciones urbanas.
No obstante, los aciertos no evitan que la intensidad del filme se diluya en varios momentos: el sacrificio casi crístico del personaje principal en nombre de una causa social que la película esgrime explícitamente también en su post scriptum, así como el fin del villano principal, dan la sensación de lo ya visto y aun de lo ya intuido desde las primeras escenas del largometraje. Y si bien la repetición no es de por sí un demérito, el filme no brinda nuevos matices a la problemática en una época post internet en el cual las relaciones e intercambios digitales se han naturalizado y el crimen aprovecha dichos medios. En este sentido, la película va adquiriendo hacia su cierre un tono alegórico que resulta a la vez un llamado a la acción.
En la actualidad, a un estreno suele precederle no solo el clásico tráiler encaminado a destacar las virtudes estéticas de la obra en la palabra escrita de otros (mientras más anglo sea la fuente, mejor), sino además una serie de productos televisuales adjuntos que promocionan la obra y, como en este caso, sus intenciones. Dichos propósitos extra cinematográficos pueden cargar a ciertos trabajos de un innecesario sentido de la importancia. Así, al ver esta película, surge una pregunta que también ocupa al arte contemporáneo: ¿Debe ser el cine una especie de ONG? ¿Debe el arte someterse a un deber ser? ¿O quizá el cine podría explorar la complejidad de los temas y su representación en lugar de simplificarlos?
Ficha Técnica
Director: Gabriela Calvache
Guion: Gabriela Calvache
Productores: Gabriela Calvache, Geminiano Pineda
Dana:Noelle Schonwald
Julián: Cristian Mercado
Diego Luna: Diego Mignone
Nelson: Jaime Tamariz