Vacaciones en Mundo Feliz l Gustavo Moya.
Caía la noche en Casa Malayerba y la luz baja del teatro parecía prepararnos para entrar en otro espacio, más íntimo que público. Frente a nosotros, el escenario se llenaba de objetos dispares: una silla y una lámpara, un ventilador, un teléfono de disco, pedales, aparatos musicales... Atrás, fotos y videos de infancia proyectados. La escenografía parecía una habitación transformada en museo personal, un collage de vida que anticipaba lo que vendría.
Vacaciones en Mundo Feliz. Juan Benítez
Juan Benítez entró con bolsas de supermercado y un casco de moto. Se plantó frente al micrófono y nos invitó a sus “vacaciones”. Tocó canciones con sus juguetes sonoros y cantó karaoke, felizmente afinado para un medio donde la voz no siempre es digerible. Se movía como DJ y maestro de ceremonias: marcaba el ritmo, presentaba cada pieza, combinando humor y reflexión, mostrando experiencia y desenvolvimiento escénico. En medio de la acción declaró: “soy mi propio saboteador”. Recordó también aquella duda heredada de una voz materna: “hacer teatro es morirse de hambre”.
Vacaciones en Mundo Feliz. Juan Benítez
Las fotos y videos proyectados añadían otra capa: la exhibición de una biografía. Me sorprendí pensando si no estaba reflejando también mi propia narrativa, la de cualquiera que alguna vez soñó con una banda de rock o con un escenario. Esa identificación, sutil y silenciosa, daba al espectáculo un eco colectivo más allá de la historia personal de Benítez.
Vacaciones en Mundo Feliz se percibe como una especie de síntesis. Los elementos rústicos y anacrónicos, tal vez por el contexto y sus limitaciones, o por una decisión estética, no restan valor; al contrario, refuerzan la sensación de un artista trabajando con su propia materia prima. Allí se cruzan vulnerabilidad, aspiración y coraje: la música, los recuerdos y los objetos se combinan para crear un espectáculo honesto, con humor y ritmo, donde la autenticidad es el combustible.
Vacaciones en Mundo Feliz. Juan Benítez
En cuarenta minutos, la obra sostiene la atención y deja una estela. Es un esfuerzo valiente que articula música, performance y reflexión sobre la vida en la periferia frente a la metrópoli, sobre el deseo de reconocimiento y la dignidad del trabajo artístico. Vacaciones en Mundo Feliz muestra que, cuando la intimidad se convierte en recurso del arte, puede resonar mucho más allá del artista mismo y dialogar con cualquiera que alguna vez haya querido ser “algo”.
Ficha técnica
Vacaciones en Mundo Feliz
Idea Original, autor, intervención musical - sonora e interpretación: Juan Carlos Benítez.
Dirección, diseño de iluminación y escenografía: Pablo Roldán.
Visuales: Erika Salvador, Cris Valle, Gabriel G.
Producción: Loko Murdok Producciones.
Diseño grafico: Javier Cabrera.